El libro de Miqueas presenta a Dios como el juez y castigador de la maldad de su pueblo, pero no queda ahí, también lo presenta como el Dios que los ama. Cada mensaje de Miqueas que habla del castigo y la ira de Dios que caerán sobre Judá e Israel por su pecado va seguido de otro mensaje sobre el amor de Dios a su pueblo. Es por ese amor y por su fidelidad a sus promesas que eventualmente los bendecirá, los restaurará como nación y reinará sobre ellos. Hoy día este libro nos recuerda que Jehová es el Señor y juez de todos y como tal castiga la maldad, pero también nos hace ver que es el pastor y rey de los suyos y perdona a quienes se arrepienten y le buscan.
Autor y fecha
Miqueas era nativo de Moreset, un pequeño pueblo localizado en las colinas del sur de Judá. Algunos comentaristas bíblicos creen que era agricultor de profesión. Su nombre significa: ¿Quién como Jehová? Este profeta vivió durante la misma época que Isaías y entre los libros de ambos profetas hay numerosas similitudes. Una de ellas es que tanto Miqueas como Isaías anticiparon el reinado futuro del Mesías. Miqueas también fue contemporáneo del profeta Oseas y al igual que este habló acerca de la deplorable condición moral del pueblo como una de las causas del juicio que se acercaba. El ministerio profético de Miqueas se desarrolló siendo Jotam, Acaz y Ezequías reyes de Judá. Este periodo abarcó desde aproximadamente el 750 al 687 a.C. Se cree que el libro de Miqueas fue escrito durante ese mismo periodo.
Versículos clave
Miqueas 6:8 Oh hombre, te ha sido declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia, y caminar humildemente ante tu Dios. (Reina Valera Revisada)
Miqueas 5:2 (LBLA) Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.
El Mensaje de Miqueas
Aunque Miqueas era oriundo del reino del sur (Judá) su llamado fue a profetizar también al reino del norte (Israel).
El mensaje de Miqueas iba dirigido contra la idolatría, las injusticias y la opresión hacia los pobres que estaba ocurriendo tanto en Israel como en Judá. Miqueas señala que Dios detesta la injusticia y que es deber de los reclaman servirle, luchar contra este mal y ayudar a los más necesitados. Pero la injusticia y todos los males del pueblo era la idolatría y el abandono del verdadero culto a Jehová que estaba ocurriendo en ambos reinos. Esto es así porque cuando un pueblo rechaza al Dios verdadero o mezcla su adoración con la de otros dioses también terminará rechazando su ley moral. Miqueas identifica las ciudades principales de ambos reinos Samaria en el reino del norte y Jerusalén en el reino del sur como ciudades entregadas a la práctica y promoción de la idolatría.
Miqueas advierte que por esta maldad e idolatría el pueblo será echado fuera de su tierra y el templo reducido a escombros. A pesar de esto un remanente regresará y finalmente la fidelidad y el amor de Dios tendrán la última palabra restaurando a su pueblo.
Contexto histórico
Durante el tiempo que Miqueas ministró Israel y Judá estaban siendo amenazados por el poder de los Asirios. Luego de unos años de debilidad los asirios habían restaurado su poderío y buscaban expandir su territorio e imponer su control sobre las naciones vecinas. Miqueas advirtió a Judá e Israel que si no se arrepentían Dios usaría a los Asirios para castigarlos.
El castigo anunciado por Miqueas llegó al reino del norte en 722 a.C. cuando aún el profeta no había terminado su ministerio. En ese año los ejércitos asirios invadieron Israel y deportaron la mayoría de sus habitantes. Luego poblaron el territorio de extranjeros que se mezclaron con los pocos israelitas que quedaron allí. Este fue el origen de lo que vino luego a conocerse como el pueblo samaritano.
Judá, el reino del sur también sufrió castigo. El rey asirio Senaquerib invadió Judá y capturó 46 ciudades. El reino de Judá fue convertido en un estado vasallo, obligado a pagar tributos al rey de Asiria. Sin embargo, en el 701 a.C. Dios los libro de ser exterminados por los asirios destruyendo milagrosamente el ejército de estos en respuesta a la oración y la fe del rey Ezequías. A pesar del favor y la misericordia de Dios y que algunos de los reyes de Judá fueron temerosos de Jehová, el pueblo y sus dirigentes continuaron en su maldad e idolatría. Por eso Jehová finalmente los envió al exilio. El golpe final para el reino de Judá ocurrió en 586 a.C., cuando los babilonios bajo el rey Nabucodonosor destruyeron Jerusalén y el templo.
Divisiones del Libro de Miqueas
Podemos dividir este libro en tres partes.
- En la primera, compuesta por los capítulos 1-3, el profeta anuncia el juicio que se avecina sobre Israel y Judá.
- En la segunda (capítulos 4-5) Miqueas presenta un mensaje de esperanza y habla acerca del reino futuro del mesías.
- Finalmente, los capítulos 6 y 7 son un llamado al pueblo a volver a Jehová y recibir su perdón.
Recorriendo el libro de Miqueas
Primera parte – Anuncio de juicio sobre Israel y Judá
Miqueas comienza anunciando juicio para Israel y Judá a quienes identifica por el nombre de Samaria y Jerusalén, sus respectivas capitales. En el capítulo 1 Miqueas anuncia el juicio contra varias ciudades mediante un interesante juego de palabras. Por ejemplo, dice “no lo digáis en Gat”. En hebreo la palabra Gat y la palabra que se usa para decir o anunciar tienen un sonido muy similar. A los de Bet-le-afra les dice que no se revuelquen en el polvo. En hebreo Bet-le-afra significa “Casa de polvo”.
En el capítulo 2 Miqueas denuncia que el pueblo se rebela contra Dios rechazando el mensaje de los verdaderos profetas y en su lugar reciben gustosamente a los falsos profetas que pasan por alto el pecado del pueblo y les auguran una vida llena de delicias. Al final de este capítulo (versículos 12-13) Miqueas deja ver un rayo de esperanza anunciando que tras el castigo Dios recogerá un remanente de su pueblo, lo restaurará y reinará sobre ellos. Esta es una promesa sobre la cual Miqueas hablará más extensamente en los capítulos 4 y 5.
El capítulo 3 va dirigido a los líderes de Israel y Judá que han despreciado la justicia y han llevado al pueblo por un camino equivocado. Tanto jueces, como profetas y sacerdotes son corruptos. Han recibido sobornos y han profetizado falsamente a cambio de dinero. Pensaban que, por tener el templo en Jerusalén, Jehová estaba entre ellos y los protegería de todo mal a pesar de la maldad y la corrupción de la que participaban tanto el pueblo como sus dirigentes. Miqueas les anuncia que, por el contrario, cuando clamen a Jehová Él no los escuchará y nada podrá librarlos del castigo. En cuanto a Jerusalén, anuncia que tanto la ciudad como el templo serán destruidos.
Segunda parte – Mensaje de esperanza y el reino del Mesías
Sin embargo, esta destrucción no es la última palabra de Dios. En el capítulo 4 Miqueas anuncia que en los tiempos finales Jehová establecerá su reino. Jerusalén y el templo serán reconstruidos, Jehová reunirá a su pueblo exiliado y lo regresará a la tierra que les había prometido y desde el Monte de Sion (Jerusalén), Jehová gobernará todas las naciones. Este será el reino milenial anticipado por la gran mayoría de los profetas. En el capítulo 5 Miqueas ofrece su famosa profecía en la que señala que Él que presidirá sobre ese reino futuro nacería en Belén un pequeño pueblo de Judá, en donde también había nacido el rey David. Esta es la profecía que le citaron los principales sacerdotes y escribas a Herodes cuando este les preguntó dónde habría de nacer el mesías (Mateo 2:4-6).
La profecía de Miqueas también habla acerca de la segunda venida del Mesías cuando el reinado de este futuro rey de Israel se extenderá hasta abarcar el mundo entero. En ese tiempo los enemigos de Israel serán destruidos y la idolatría, la hechicería las guerras y la maldad ya no existirán.
Llamado a volver a Jehová y recibir su perdón
Los capítulos 6 y 7 forman la sección final del libro. Comienza con una denuncia de Jehová contra su pueblo. Esta denuncia se presenta en forma de un pleito en un tribunal. Jehová les recuerda que los sacó de la esclavitud en Egipto, que cambió en bendición el intento de Balac rey de Moab de maldecirlos por medio de Balaam. El pueblo de Dios pensaba que podía agradarle con multitud de sacrificios y rituales. Pero eso a no es lo que Dios desea. En lugar de sacrificios hipócritas Dios lo que pide de su pueblo es “hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Ellos por el contrario han adorado ídolos, se mienten y hacen injusticia unos contra otros. Por tanto, no escaparán del desastre. Comerán, pero no quedarán satisfechos, no podrán disfrutar del fruto de su trabajo y su riqueza les será quitada.
El capítulo 7 describe la miseria de vivir en una nación que ha rechazado a Dios y está cosechando la amarga paga por el pecado. A pesar de todo el profeta afirma que esperará en Jehová y que llegará un tiempo en el que Dios tendrá misericordia de su pueblo y lo restaurará. Perdonará su pecado y cumplirá las promesas hechas mucho tiempo atrás a Abraham y Jacob.