Los Profetas: Portavoces de Dios
A lo largo del Antiguo Testamento encontramos personajes llamados profetas que ejercieron el papel de mensajeros de Dios, transmitiendo revelaciones y juicios divinos.
Las palabras hebreas “nabi”, “hozeh” y “ro’eh” son utilizadas en el Antiguo Testamento para referirse a los profetas. Cada una de estas palabras nos ofrece una perspectiva sobre las funciones de los profetas.
“nabi” – De estas tres, “nabi” es la más utilizada. Se entendía por nabi un portavoz autorizado de Dios, alguien que hablaba en nombre de Dios.
Las otras dos palabras, “hozeh” y “ro’eh” enfatizan el aspecto visual, revelador – esto es, un vidente que percibe visiones divinas o recibe revelación de Dios a través de sueños. A menudo Dios les mostraba algo de manera visual para así comunicarles un mensaje o un acontecimiento futuro.
Así pues, “nabi” se refiere más al papel de los profetas como portavoces autorizados, mientras que “ro’eh” y “hozeh” se enfocan en la forma sobrenatural en que los profetas recibían el mensaje de Dios: “viendo” la revelación. Los tres términos “nabi” “ro’eh” y “hozeh” se complementan entre sí para proporcionar una descripción más completa de la manera en que funcionaba la profecía y cómo los profetas se relacionaban con Dios y con el pueblo.
Ya fuera a través de palabras audibles, visiones o sueños, Dios autorizaba a estas personas a hablar en su nombre. Servían de portavoces transmitiendo la palabra que recibían de Dios y llamando al pueblo a responder.
¿Cuáles fueron los principales mensajes de los profetas hebreos?
Dios encomendó a cada profeta un mensaje y un llamado específicos. Aun así, todos coincidian en subrayar la importancia de la fidelidad a Dios. Advirtieron al pueblo de los peligros de la idolatría, la injusticia y la opresión, llamándoles al arrepentimiento y volver a Dios.
Los profetas consistentemente transmitieron una serie de mensajes esenciales de Dios al pueblo de Israel y Judá:
- Llamados al arrepentimiento: Los profetas continuamente advertían al pueblo que debían arrepentirse de sus prácticas pecaminosas e idolátricas y volverse a Dios y a su Pacto. Llamaron la atención contra pecados específicos que estaban ocurriendo en la sociedad.
2. Denuncias contra el formalismo religioso: Había muchos que creían que Dios estaría complacido con ellos si simplemente ofrecían los sacrificios prescritos iban a las fiestas prescritas y cumplían con los deberes religiosos en general. Pero en su culto a Dios no había sinceridad ni lo hacían de corazón. Algunos incluso practicaban inmoralidad sexual e injusticia hacia los demás, y erróneamente pensaban que cumpliendo con los rituales religiosos quedarían bien delante de Dios.
3. Advertencias de juicio: A menudo, los mensajes proféticos advertían sobre el juicio venidero, la destrucción y el exilio si el pueblo no se arrepentía. Advertían del castigo venidero por parte de Dios en forma de invasiones extranjeras y destierro. Estos eran los juicios que ya Dios había advertido que traería sobre ellos si no obedecían el Pacto (Véase Deuteronomio 28:15-68)
4. Denuncias contra la injusticia: Muchos profetas entre ellos Amós, Miqueas e Isaías condenaron la injusticia sistematizada y la deshonestidad en la sociedad, especialmente entre los ricos y privilegiados a expensas de los pobres y vulnerables.
5. Fidelidad al pacto: Profetas como Oseas recordaron el pacto sagrado de Israel con Dios e instaron a la fidelidad a este. Recurrir a otros dioses constituía una infidelidad al Dios verdadero.
6. Profecías mesiánicas: Profetas como Isaías y Ezequiel aguardaban la llegada de un Mesías y una era mesiánica que traería restauración, salvación y un gobierno justo sobre Israel y el resto del mundo.
7. Esperanza eventual: A pesar de pronunciar un juicio y una condena inminentes, la mayoría de los libros proféticos incluían al final mensajes de esperanza en los que profetizaban que, tras el castigo, Israel sería finalmente restaurado y reconciliado con Dios.
En resumen: los llamamientos al arrepentimiento, las advertencias de juicio, la denuncia de la injusticia, la exhortación a la lealtad al pacto, las visiones mesiánicas y la esperanza futura son los principales mensajes proféticos dirigidos a Israel y Judá.
Entre los primeros profetas hebreos se encuentran:
Moisés, quien dirigió a los israelitas para liberarlos de la esclavitud en Egipto y quien recibió de Dios los Diez Mandamientos y otras leyes, no es habitualmente considerado un profeta. Sin embargo los judíos lo consideran su mayor y más importante profeta. Moisés era único entre los profetas hebreos en el sentido de que, como deja claro Números 12:1-8, Dios no le hablaba a través de visiones o sueños sino directamente “cara a cara”.
Samuel – Después que los israelitas entraron en la tierra prometida Dios levantó profetas que protegieran la nación de los peligros de la idolatría y la corrupción practicadas por los cananeos. Entre éstos figuró Samuel, el último de los jueces, que ayudó a establecer la monarquía israelita y ungió a los dos primeros reyes, Saúl y David.
Después de la época de los Jueces, los profetas hebreos continuaron ofreciendo la dirección y las advertencias de Dios a su pueblo a través de los tiempos de la monarquía, el Reino dividido, el Exilio y la época post exílica.
Los profetas no escritores
Probablemente hubo muchos más profetas aparte de los que conocemos. Numerosos profetas del Antiguo Testamento no dejaron constancia escrita de sus palabras. Estos son los llamados profetas no escritores. Las acciones de algunos de ellos se narran en los libros históricos de Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes. Los hebreos llamaban a estos libros los Profetas Antiguos. También los encontramos en los libros 1 y 2 de Crónicas, que forman parte de los Escritos, la tercera división de la Biblia hebrea. Aunque no tuvieron libros Bíblicos de su propia autoría, estos profetas desempeñaron papeles importantes en la historia israelita.
Algunos de los principales profetas no escritores de la Biblia son:
1. Elías: Probablemente el profeta no escritor más famoso. Realizó poderosos milagros, se enfrentó a los profetas de Baal y los derrotó durante los reinados del rey Ajab y la reina Jezabel en el siglo IX a.C., y ayudó a desencadenar el renacimiento religioso en Israel. Elías es sólo uno de los dos personajes de la Biblia (el otro fue Enoc, Génesis 5:24) que no murió sino que fue trasladado por Dios al cielo. Su historia se narra desde 1 Reyes 17 hasta 2 Reyes 2.
2. Eliseo: El sucesor de Elías como profeta en Israel entre el siglo IX y VIII antes de Cristo. Realizó gran cantidad de milagros y se involucró en la política del Reino de Israel. Su llamamiento se registra en 1 Reyes 19:19-21 y el comienzo de su ministerio como sucesor de Elías en 2 Reyes 2.
3. Débora: Una profetisa que también fue juez y líder militar de Israel en el siglo XII u XI a.C.. Ayudó a los israelitas a defenderse de los ejércitos cananeos. Su historia se cuenta en Jueces 4-5.
4. Profeta sin nombre en 1 Reyes 13: Profetizó que el altar del rey Jeroboam sería destruido algún día. La historia de su trágica muerte sirve de advertencia contra la desobediencia a Dios.
5. Natán: Profeta de la corte del rey David en el siglo X a.C. Se enfrentó a David por su adulterio (2 Samuel 12) y desempeñó influyentes funciones religiosas y políticas. Mencionado brevemente en los libros de Samuel, Reyes y Crónicas.
6. Ahías el Silonita: Un profeta que vivió en el dividido Reino de Israel en el siglo X a.C. y que predijo que Jeroboam se convertiría en rey, así como la muerte de la familia de Jeroboam. Brevemente mencionado en los Libros de los Reyes.
7. Jehú hijo de Hanani: (1 R. 16:1, 7; 2 Cr. 19:2; 20:34). Condenó en el siglo IX a.C. al rey Baasa de Israel por sus pecados. Hubo otro profeta no escritor llamado Hananí (mencionado en 2 Crónicas 19:2) que probablemente fuera el padre de Jehú.
8. Hulda – una profetisa que vivió en Jerusalén y fue consultada por Josías cuando se encontró el Libro de la Ley (2 Crónicas 34:22-28)
Los profetas escritores
En nuestras Biblias los profetas escritores se dividen en dos grupos: Los Profetas Mayores y los Profetas Menores Los Profetas Mayores comprenden 5 libros (Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel) son los libros proféticos más largos y detallados. Los Profetas Menores, que comprenden 12 libros, son obras más breves.
Tanto los profetas mayores como los menores tienen un mensaje común: alejarse del pecado y regresar a la fidelidad a Dios. Estos profetas, mayores y menores, procedían de diversos lugares y trasfondos:
Isaías: probablemente era de trasfondo sacerdotal o aristocrático
Jeremías: pertenecía a una familia sacerdotal
Ezequiel Un sacerdote
Daniel Un joven de una noble familia judía llevado cautivo a Babilonia
Amós Un pastor cultivador de higos de Tecoa, un pueblo de Judá
Sofonías era descendiente de Ezequías, rey de Judá
Zacarías procedía de una familia sacerdotal
No tenemos información acerca de los antecedentes o la procedencia de otros profetas
¿Quiénes fueron los Profetas Mayores?
Isaías
Vivió en el siglo VIII a.C. en el reino de Judá. Escribió su Libro aproximadamente entre los años 700 y 681 a.C. Sus pronunciamientos y visiones proféticas iban dirigidas tanto a los reyes de Judá como al pueblo en general. En sus profecías y mensajes llama al pueblo al arrepentimiento, advirtiéndole que a causa de sus pecados y su rebelión contra Dios sufrirían invasiones y el exilio, pero también habla del regreso de Judá a su tierra. Isaías contiene muchas profecías sobre el Mesías venidero, incluyendo pasajes muy conocidos sobre el siervo sufriente (Jesús) entre ellos Isaías 53.
Jeremías
– Vivió entre finales del siglo VII y principios del VI a.C. Esta fue la época de la decadencia y caída de Judá y la primera parte del exilio babilónico. Era natural de Anatot, un pueblo cercano a Jerusalén. Su libro fue escrito probablemente entre los años 627-585 a.C. En él advierte y describe el inminente asedio y destrucción de Jerusalén por los babilonios.
– Lamentaciones – Además del libro que lleva su nombre, Jeremías escribió también el Libro de las Lamentaciones, un poético canto fúnebre y lamento por la destrucción de Jerusalén. Escribió este libro poco después de la caída de Jerusalén en 586 a.C.
Ezequiel
– Ministró a los judíos exiliados en Babilonia durante el siglo VI a.C.
– Fue el autor del Libro de Ezequiel que contiene visiones y profecías dirigidas a los exiliados acerca de la caída de Jerusalén y su futura restauración
– Contribuyó con visiones sobre la llegada de la nueva alianza y la resurrección de la nación hebrea, sobre todo en su visión del valle de los huesos secos (Ezequiel 37).
Estos tres profetas produjeron los libros proféticos más largos de la Biblia. Sus obras se centran en gran medida en la confrontación con el pecado, la advertencia sobre el juicio venidero y la exhortación al arrepentimiento, al tiempo que entretejen temas de restauración futura y esperanza mesiánica.
Daniel
Aunque no es tan largo como los libros de los tres profetas anteriores, el libro de Daniel es uno de los libros proféticos más importantes. Proporciona información clave sobre el final de los tiempos y es indispensable para comprender las profecías contenidas en el libro de Apocalipsis en el Nuevo Testamento.
El libro debe su nombre a su protagonista, Daniel, un joven noble judío llevado al cautiverio en Babilonia. Dios favoreció a Daniel por su fidelidad y ascendió hasta alcanzar posiciones influyentes en las cortes reales de Babilonia y Persia. Las visiones apocalípticas de Daniel quedaron registradas en el libro que lleva su nombre.
El libro de Daniel se atribuye al propio Daniel y fue escrito en algún momento entre 537-530 a.C. Contiene una combinación de relatos narrativos y profecías apocalípticas. Incluye historias bíblicas bien conocidas como la de Sadrac, Mesac y Abednego en el horno de fuego (capítulo 3 de Daniel) y la de Daniel en el foso de los leones (capítulo 6 de Daniel). También tenemos vívidas profecías, visiones y sueños tales como el de la estatua que tuvo el rey Nabucodonosor (Daniel capítulo 2)
Las profecías de Daniel proporcionan predicciones muy específicas sobre futuros reinos y gobernantes. Estas profecías que se han cumplido a lo largo de la historia pero algunas todavía son para el futuro.
Entre los Temas clave del libro de Daniel podemos mencionar:
El control soberano de Dios sobre la historia y los reinos humanos
A pesar del exilio y la persecución, Dios preservará y vindicará a su pueblo fiel
El pueblo de Dios debe permanecer fiel y recto incluso bajo una enorme presión
Todos los reinos de este mundo serán finalmente destruidos. Entonces, en el tiempo del Fin, Dios establecerá Su reino eterno.
¿Quiénes fueron los Profetas Menores?
Por Profetas Menores nos referimos a los doce profetas de la Biblia hebrea que se caracterizan por sus libros relativamente cortos si los comparamos con los de los Profetas Mayores. Aunque son más cortos en extensión, los Profetas Menores tienen un impacto teológico y un mensaje importantes.
Los 12 libros de los Profetas Menores forman la última parte de nuestro Antiguo Testamento. Estos libros llevan el nombre de cada uno de los profetas:
Oseas
Profetizó al Reino del Norte hacia el 750-725 a.C. Su tema principal es el amor leal de Dios por su pueblo infiel, utilizando la metáfora viviente de una esposa infiel.
Joel
Profetizó al Reino de Judá. Algunos datan el libro en 835-830, durante el reinado del rey niño Joás en Judá (2 Crónicas 24) . Otros lo datan entre los años 609-585, poco antes del exilio. Se centra primero en un juicio por medio de una plaga de langostas y luego en una futura efusión del Espíritu de Dios.
Amós
Profetizó hacia 760-750 a.C. Ésta fue una época de prosperidad nacional, pero la riqueza condujo a la corrupción moral y al maltrato hacia los pobres, tanto en Israel como en los países vecinos (Amós 2-6). Amós anuncia que Dios juzgará con destrucción, exilio y saqueo a Israel, Judá y las naciones a causa de sus pecados (Amós 1-2). Condena el falso sentido de seguridad de Israel. Los israelitas se mostraban complacientes y duros de corazón pensando que Dios no les juzgaría a pesar de sus graves faltas morales (Amós 6:1-7). Amós hace un llamado al reino de Israel para que busque a Dios y haga justicia en lugar de limitarse a cumplir con rituales vacíos. La verdadera religión requiere mucho más que cumplir con los rituales prescritos. Implica aborrecer el mal, hacer el bien y establecer la justicia (Amós 5:14-15, 21-24). A pesar de todo hay una promesa de esperanza futura y restauración para un remanente justo. Esta promesa incluye que Israel posea finalmente la tierra prometida en el reino mesiánico venidero (Amós 9:11-15).
Abdías
El libro de Abdías, el más corto del Antiguo Testamento con sólo 21 versículos. Profetiza la inminente destrucción de Edom como castigo por la violencia que cometieron contra Judá. Los edomitas, descendientes de Esaú y, por tanto, estrechamente emparentados con el pueblo judío, habían atacado y saqueado Jerusalén en un momento en que Judá era vulnerable. Abdías pronuncia que serán diezmados y humillados a causa de su crueldad, sin que queden aliados que les ayuden.
Jonás
Es el conocido relato del desobediente profeta Jonás, que se resistió a la llamada de Dios para predicar arrepentimiento a los enemigos de Israel en Nínive, la temible capital de Asiria. Tras obedecer finalmente y ver que el pueblo se arrepintió, el libro pone de relieve la inmensa compasión de Dios y su voluntad de perdonar incluso a los peores enemigos de Israel si se arrepienten. Ilustra la misericordia de Dios que se extiende más allá de Israel a las naciones circundantes.
Miqueas
Miqueas fue un profeta contemporáneo del más conocido Isaías. Profetizó alrededor del 737-700 a.C. en Judá. Al igual que Isaías, condenó tanto al Reino del Norte de Samaria como al Reino del Sur de Judá por la gran injusticia y corrupción entre los dirigentes e incluso los profetas, lo que llevó a la opresión del pueblo. Miqueas predice el futuro exilio de ambos reinos, pero incluye también mensajes de esperanza.
Nahum – Escrito unos cien años después de Jonás, en el 612 a.C., el libro de Nahum pronuncia específicamente el juicio venidero sobre la capital de Asiria, Nínive, la misma ciudad que se había arrepentido bajo el mensaje de Jonás. Sin embargo, ahora bajo un liderazgo diferente, los ninivitas habían vuelto a la violencia extrema y a la opresión contra Judá y otras naciones. Por ello, Dios dictamina una destrucción devastadora sobre Nínive y el imperio asirio por su brutalidad e idolatría.
Habacuc
El libro de Habacuc fue escrito probablemente entre los años 612 y 588 a.C. El profeta Habacuc trae una serie de preguntas a Dios en momentos en que reina la injusticia en Judá y el Imperio Babilonico está aumentando su poderío y eventualmente invadirá a Judá.
Habacuc primeramente pregunta a Dios por qué no interviene ante la gran cantidad injusticia y maldad en el reino de Judá. Dios le responde que, de hecho, está actuando: está levantando a los despiadados babilonios como instrumento para traer juicio sobre Judá por pecados e infidelidad.
Esto deja perplejo a Habacuc. Se pregunta cómo un Dios justo puede utilizar a una nación malvada como Babilonia para juzgar al pueblo de Judá, que, aunque pecador, no lo es tanto como los babilonios. Sin embargo, decide esperar pacientemente la respuesta de Dios.
Entonces Dios le asegura a Habacuc que, al igual que utilizará a Babilonia como su instrumento de juicio, llegará el momento en Babilonia también será juzgada por su avaricia e injusticia. El libro termina con Habacuc expresando su confianza en Dios a pesar de que a su nación le espera la devastación. Alaba a Dios como su alegría, fortaleza y salvación pase lo que pase.
Sofonías
Sofonías profetizó en el reino de Judá alrededor del año 628 a.C., probablemente durante el reinado del rey Josías. Sus profecías advierten de la llegada del “Día del Señor”, un día de juicio devastador de Dios sobre Judá y las naciones circundantes. Esto a causa del pecado rampante y la idolatría. Sin embargo, el libro termina profetizando que tras el juicio hay esperanza y restauración una unidad renovada bajo el Señor para el remanente de Israel.
Hageo
Hageo, junto con Zacarías y Malaquías, ministró como profeta a los judíos que habían regresado del cautiverio babilónico. Las profecías registradas como parte de su ministerio cubren un corto período en 520 a.C. Con el templo de Jerusalén en ruinas, Hageo reprendió urgentemente al pueblo por vivir en casas lujosas mientras descuidaba la casa del Señor. Su mensaje principal llama al pueblo a la acción: a hacer de la reconstrucción del Templo su máxima prioridad. El profeta les recuerda que sus anteriores pérdidas en las cosechas y su falta de prosperidad eran consecuencia de sus prioridades equivocadas, instándoles a honrar a Dios en primer lugar para que Él les bendiga.
Zacarías
Sus mensajes datan de aproximadamente 520-518 a.C. Fue contemporáneo de Hageo y al igual que este alentó al pueblo para que continuara con la reconstrucción del templo. Zacarías utiliza elaboradas visiones simbólicas de la presencia de Dios y de la era mesiánica venidera. El libro de Zacarías es uno de los más mesiánicos de la Biblia y esboza el programa de Dios para Israel desde las primera hasta la segunda venida de Cristo. (Hindson, Ed; Yates, Gary. The Essence of the Old Testament: A Survey (p. 698). B&H Publishing Group. Kindle Edition). Este libro también contiene oráculos y mensajes que llaman al arrepentimiento y a la fidelidad a Dios.
Malaquías
Es el último libro del Antiguo Testamento (aprox. 430 a.C.) Situado casi un siglo después de Hageo y Zacarías, Malaquías se enfrentó a la apatía espiritual y al cinismo que se habían instaurado en el pueblo y sus dirigentes. Reprendió a los sacerdotes y al pueblo por ofrecer a Jehová un culto vacío y desganado. También les reprochó por la injusticia social, no diezmar y no honrar los pactos matrimoniales. Cierra profetizando al mensajero venidero, anticipando a Juan el Bautista que precedería a la llegada de Cristo 400 años más tarde.