Epístola a los Hebreos
Hebreos afirma la superioridad de Cristo y de su nuevo pacto por sobre todas las instituciones del Antiguo Testamento siendo el cumplimiento definitivo de éstas. Cristo, por ser el Creador, es también superior a todos los seres creados, ya sean humanos o angelicales. Hebreos se apoya en las escrituras del Antiguo Testamento y en las tradiciones religiosas judías para demostrar que Jesús cumple y supera todo lo que le precedió.
Contexto histórico de la Epístola a los Hebreos
La Epístola a los Hebreos fue escrita a un grupo de primeros cristianos que luchaban con su fe ante la persecución. El autor, cuya identidad permanece desconocida, trata de animar a estos creyentes señalándoles la supremacía de Cristo y la nueva alianza que inauguró. Aunque la fecha exacta de su composicion es incierta, la mayoria de los estudiosos coinciden en que probablemente fue escrita antes de que los romanos destruyeran el templo de Jerusalen en el ano 70 d.C.
Los destinatarios de esta carta eran probablemente cristianos judíos familiarizados con el Antiguo Testamento y las prácticas religiosas judías. Vivian en una epoca de transicion, ya que la antigua alianza con sus rituales y sacrificios del templo iba a dar paso a la nueva alianza establecida por Jesus. Parece que ante la persecución de las autoridades judías se vieron tentados, no a abandonar la fe cristiana, sino a añadir a ella la práctica de la circuncisión y los rituales prescritos por la ley de Moisés. Esto como forma de evitar la persecución y la expulsión de la sinagoga.
Autor
Hebreos no menciona explícitamente a su autor, por lo que los investigadores han debatido y siguen debatiendo diversas teorías.
Pablo – En la antigüedad, muchos sostenían que Pablo escribió Hebreos. Aunque existen ciertas diferencias estilísticas con las cartas aceptadas de Pablo, algunos sugieren que Pablo escribió en hebreo/arameo y que más tarde fue traducido. Por otro lado, la evaluación de las semejanzas y diferencias estilísticas es siempre un tanto subjetiva. El estilo de escritura puede variar un tanto a medida que un escritor madura y además se ve afectado por la intención del escritor. Sin embargo, la falta de atestación histórica y el anonimato de la carta plantean problemas.
Muchos estudiosos creen que los indicios de autoría sugieren que se trata de una persona desconocida, probablemente alguien del círculo misionero de Pablo. Esto explicaría las similitudes con el estilo y la teología paulinos, al tiempo que explicaría el anonimato y la falta de atribución autorial específica. Algunos que se han propuesto son:
Bernabé – Un levita de Chipre que acompañó a Pablo en su primer viaje misionero. Tertuliano parece ser el primero en sugerir a Bernabé como autor de Hebreos. Bernabé era bien conocido por la comunidad cristiana y encaja con algunas evidencias internas. Su conexión con Pablo explicaría las similitudes con el pensamiento paulino. Por otra parte, no disponemos de otros escritos de Bernabé con los que comparar estilos.
Lucas – Autor del Evangelio de Lucas y de los Hechos. Lucas era un cristiano gentil culto familiarizado con la Septuaginta, traducción griega de las Escrituras, y diestro en el manejo retórico de la prosa griega.
Apolos – Un destacado cristiano alejandrino conocido por el libro de los Hechos y las cartas de Pablo. La elocuencia y el conocimiento de las Escrituras de Apolos reflejan algunas características de Hebreos. Pero falta una tradición concreta que relacione a Apolos con Hebreos.
Priscila y Aquila – Propuestos recientemente, como autores. Este matrimonio fue líder de la iglesia primitiva y asociados de Pablo. Estuvieron entre los que instruyeron personalmente a Apolos en la fe. Su educación, ministerios itinerantes y antecedentes judíos concuerdan con lo que sabemos del autor de Hebreos, pero se carecen de pruebas directas. Además, proponer a una mujer como autora de un tratado con instrucciones para líderes masculinos sería problemático en el siglo I.
Silas – Un líder cristiano judío que viajó con Pablo difundiendo el mensaje del Evangelio. Silas seguramente conocería muy bien las Escrituras y la tradición judías para fundamentar los argumentos de Hebreos.
Timoteo – El protegido de Pablo y “un verdadero hijo en la fe”. De madre judía y padre griego, Timoteo tenía el trasfondo mixto que presupone Hebreos. Las advertencias contra la apostasía pueden verse como una indicación de las tempranas luchas de la fe a las que se enfrentó Timoteo.
Estilo literario
El autor usa un griego sofisticado y depurado, lo que denota un dominio elevado de la lengua y la cultura griegas. Hebreos muestra dominio de los métodos del judaísmo helenístico y hace un uso experto de la interpretación alegórica y de conceptos filosóficos propios del judaísmo helenístico.
El autor utiliza un gran número de técnicas retóricas. Entre otras, figuran la aliteración, la asonancia, el paralelismo, la estructura quiastica, las comparaciones y las repeticiones. El hábil uso de éstas contribuye para que los argumentos sean persuasivos e impactantes.
El libro utiliza imágenes vívidas tomadas de rituales e instituciones del Antiguo Testamento tales como el templo y los sacrificios. Pasajes específicos del Antiguo Testamento son analizados e interpretados, extrayendo significados y conexiones cristológicas. Entre otras cosas, se cita extensamente el Antiguo Testamento griego conocido como la Septuaginta.
El libro adopta un tono urgente y pastoral, exhortando a los lectores a perseverar en su confesión cristiana, recurriendo por turnos al estímulo, la advertencia y la reprimenda.
Temas principales de la Epístola a los Hebreos
Algunos de los temas principales de esta epístola son
La superioridad de Cristo
Este es el tema central y de él depende todo el mensaje de la epístola. El autor sostiene que Jesús es superior a los ángeles, a Moisés y al sacerdocio levítico. Su superioridad abarca tanto su persona como su obra. Él es la revelación perfecta de Dios, el sumo sacerdote perfecto y el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Este tema de la superioridad de Cristo se entreteje a lo largo de toda la carta, proporcionando una base sólida para los argumentos y la exhortación del autor.
El papel de la fe
Otro tema importante en Hebreos es la fe. El autor define la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). A continuación, ilustra este concepto con los ejemplos de varias figuras del Antiguo Testamento que vivieron por fe. Con estos ejemplos, el autor acentúa la importancia de la fe en la vida de los creyentes y anima a sus lectores a perseverar en la fe a pesar de los desafíos a los que se enfrenten.
El sumo sacerdocio de Jesús
Un tercer tema importante de Hebreos es el sumo sacerdocio de Jesús. El autor presenta a Jesús como el sumo sacerdote definitivo que, mediante su muerte y resurrección, ha obtenido la redención eterna para su pueblo. Este tema está estrechamente ligado al cuarto tema principal, que es el nuevo pacto.
El nuevo pacto
El autor hace un contraste entre el antiguo pacto, con su santuario terrenal y sus sacrificios repetidos, y el nuevo pacto, que se basa en el sacrificio único de Cristo. Sostiene que el nuevo pacto es superior al antiguo y lo deja obsoleto.
Resumen de la Epístola a los Hebreos
Jesús superior a los ángeles (Hebreos 1:5-2:18)
Hebreos comienza con una fuerte declaración de la supremacía de Cristo. Presenta a Jesús como la máxima revelación de Dios, superior a los profetas que Dios había utilizado para transmitir sus mensajes en el Antiguo Testamento.
A continuación, el autor realiza una impactante declaración cristológica, empleando al menos siete citas del Antiguo Testamento en las que establece la deidad del Hijo y su supremacía eterna sobre todos los seres angélicos (1:5-14). A modo de un exaltado texto de investidura de un rey, Jesús, el Hijo encarnado, es entronizado por Dios muy por encima de los ángeles, que, por el contrario, son representados como meros ministros y servidores en beneficio de los creyentes. A través de esta serie de textos, emerge un patrón coherente: se ordena a los ángeles que adoren al Hijo glorificado como a Dios.
La amonestación a no descuidar una salvación tan extraordinaria como la que se encuentra en Cristo resuena con urgencia (2:1-4). Los lectores deben mantenerse firmes para no alejarse del único Nombre que Dios proclama como superior a todos los demás. Sobre la base del Salmo 8, el escritor desarrolla un eficaz argumento tipológico, afirmando que aunque el hombre fue hecho inferior a los ángeles, la encarnación, muerte y coronación con gloria y honor de Cristo ha asegurado para la humanidad redimida un destino escatológico por encima incluso de los poderes angélicos (2:5-9). Aquel que se humilló para hacerse uno con el ser humano de escasa condición es el mismo que ha sido coronado como Señor de todo.
Cristo obtuvo esta supremacía a través de sus sufrimientos redentores (2:10-18). Al hacerse semejante a sus hermanos, Cristo se convirtió en el sumo sacerdote por excelencia: misericordioso y fiel, proporcionando propiciación por los pecados. Su ayuda proviene de la empatía fraternal con la debilidad del hombre, al haber sido probado mediante el sufrimiento hasta la muerte. Esto le convierte en el iniciador perfecto de la salvación, destruyendo el poder del diablo quien tenía el poder de la muerte.
Jesús superior a Moisés (Hebreos 3:1-6)
Ahora el autor apunta a Moisés, la figura por excelencia de la identidad judía. El contraste entre Moisés y Jesús es tajante. Mientras que Moisés era un siervo fiel en la casa de Dios, Jesús es el propio constructor de la casa y, por tanto, digno de mayor gloria, al igual que el constructor de un edificio tiene mayor rango que el edificio que él mismo construye (3:3). El autor presenta hábilmente a Jesús tanto en continuidad como en discontinuidad con Moisés. Cristo ha sido tenido por digno de una autoridad sobre la casa de Dios que ni siquiera Moisés, el gran legislador pudo igualar.
El Reposo para el Pueblo de Dios y el peligro de la falta de fe (Hebreos 3:7-4:13)
Empleando el Salmo 95:7-11, el autor advierte solemnemente contra la repetición del fracaso de la generación israelita que vivió en el desierto tras las salida de Egipto. Esa generación no pudo entrar en el reposo prometido por Dios debido a su incredulidad y desobediencia, a pesar de haber sido testigos de los milagros que hizo Dios para librarlos de la esclavitud en Egipto (3:16-19). Este “descanso” significa nada menos que la salvación plena (4:1-3), que incluye la bendición espiritual presente y la esperanza escatológica futura. La urgencia rodea a esta promesa, que sigue siendo viable “mientras todavía es hoy” (4:7), pero puede perderse. En contraste con los vanos intentos de ganar la tierra de Canaán mediante el esfuerzo humano, que terminaron en cadáveres caídos en el desierto (4:10), alcanzar la satisfacción de Dios no requiere obras, sino una fe perseverante (4:2). Así pues, el autor implora personalmente a su auditorio que se esfuerce diligentemente por entrar en el descanso permanente de Dios, no sea que incurran en la misma ira que cayó sobre aquellos rebeldes que hace tiempo murieron en el desierto por su dureza de corazón y su falta de fe (4:11).
Jesús, nuestro Gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16)
El capítulo concluye con la presentación de Cristo por primera vez en su función de Sumo Sacerdote supremo mediante una sublime escenificación de la Ascensión. Habiendo Cristo atravesado victoriosamente los cielos, los oyentes reciben el encargo de aferrarse sin vacilar a este sumo sacerdote supremo, Jesús, el Hijo de Dios (4:14). Este sumo sacerdote puede compadecerse poderosamente de la debilidad humana, de modo que los que sufren deben acercarse al trono de Dios para encontrar gracia y misericordia en sus momentos de necesidad (4:15-16). El sacerdocio de Cristo es el tema de la siguiente gran división de Hebreos. Aquí vemos su sumo sacerdocio superior al de Aarón como la culminación de la evidencia acumulada de su suprema excelencia sobre todos los rivales.
Jesús el Sumo Sacerdote Perfecto (Hebreos 5:1-10)
El autor elabora el sumo sacerdocio de Cristo contrastándolo con los mortales sumos sacerdotes levíticos (5:1-4). Éstos, aunque nombrados por Dios, estaban acosados por la debilidad humana y necesitaban sacrificios tanto para ellos como para el pueblo. Jesús, sin embargo, fue elegido directamente por Dios como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec (5:5-6, 10). En su vida terrenal, Jesús aprendió la obediencia a través del sufrimiento y se perfeccionó así como fuente de salvación eterna (5:7-9).
Digresión a modo de advertencia (Hebreos 5:11-6:20)
Irrumpiendo en una dura reprimenda, el autor reprocha a la comunidad su recaída en la inmadurez espiritual en lugar de alcanzar una comprensión más profunda del sacerdocio de Cristo (5:11-14). Emite severas advertencias contra las nefastas consecuencias de la recaída (6:4-8). Sin embargo, expresa su confianza en que heredarán las promesas de Dios mediante la fe y la perseverancia, afianzadas en la seguridad del juramento que Dios ha hecho de bendecir (6:9-20).
Melquisedec, tipo de Cristo (Hebreos 7:1-10)
Este pasaje interpreta Génesis 14:17-20, exponiendo 10 detalles que convierten al rey-sacerdote cananeo Melquisedec en un tipo que prefigura a Cristo. A semejanza del Hijo de Dios, recibe los diezmos y bendice incluso a Abraham. Su carencia de genealogía significa un sacerdocio perdurable y eterno.
Cristo como sacerdote según el orden de Melquisedec (Hebreos 7:11-28)
Si la perfección pudiera alcanzarse por medio del sacerdocio levítico, no habría necesidad de que se levantara un nuevo sacerdocio a la manera del de Melquisedec (7:11). El sacerdocio de Cristo implica discontinuidad y cambio con respecto al orden sacerdotal de Aarón (7:12). A diferencia del sacerdocio levítico basado en una genealogía, Jesús ostenta su sacerdocio indestructible basado en su vida en virtud de su resurrección a una vida eterna (7:16). Así pues, Cristo como garantizador de un mejor y permanente pacto es la culminación del juramento de Dios de nombrar a un sacerdote eterno como Melquisedec (7:20-22). Su permanencia eterna en el ministerio sacerdotal garantiza que pueda salvar por completo a quienes se acerquen a Dios a través de él (7:24-25).
Así pues, Cristo es el sumo sacerdote supremo, santo, inocente e inmaculado -exaltado sobre los cielos pero compasivo con la debilidad humana- al que la humanidad necesita desesperadamente (7:26-28).
Jesús mediador de un pacto superior (Hebreos 8:1-13)
Sentado a la diestra de Dios, Jesús ejerce su ministerio en el verdadero tabernáculo celestial (8:1-2). Su labor sacerdotal es necesaria porque es mediador de un mejor pacto promulgado sobre mejores promesas (8:6). Este Nuevo pacto promete una transformación interior al escribir la ley de Dios en las mentes y los corazones, dando lugar a una relación íntima en la que todos conocerán al Señor (8:10-11). El autor cita Jeremías 31:31 que predice un Nuevo Pacto. Este Nuevo pacto inaugurado por Cristo hace que el antiguo pacto esté listo para desaparecer. Así que el Antiguo Testamento señala su condición temporal y preparatoria que conduce al nuevo pacto eterno en Cristo (8:13).
Limitaciones del culto del Antiguo Pacto (Hebreos 9:1-10)
Utilizando imágenes simbólicas, se enumeran las limitaciones del sistema de culto del tabernáculo mosaico (9:1-7) – el Lugar Santo excluía a la mayoría de los adoradores, las ofrendas en última instancia no podían limpiar la conciencia ni proporcionar acceso a la presencia de Dios (9:8-9). Como sombra terrenal, sólo sirvió para apuntar hacia el tabernáculo mayor no hecho por manos humanas (9:11). Esto hasta la venida de Cristo.
Redención mediante el sacrificio perfecto de Cristo (Hebreos 9:11-28)
En contraste con el antiguo sistema, Cristo como sumo sacerdote ofrece su propia sangre de una vez por todas en el tabernáculo mayor y celestial, obteniendo la redención eterna (9:11-12). Su sacrificio es intrínsecamente superior porque su Espíritu eterno y su naturaleza sin pecado ni mancha dan a su sangre poder para purificar las conciencias y proporcionar acceso al verdadero culto de una forma que los sacrificios animales nunca pudieron (9:13-14). El argumento culmina proclamando a Cristo como mediador de un nuevo pacto que logra la prometida transformación interior al limpiar por completo a su pueblo de las obras muertas para servir a Dios mediante su sacrificio único (26-28).
La finalidad del sacrificio de Cristo (Hebreos 10:1-18)
La incapacidad de la ley para perfeccionar a los adoradores se contrasta con la limpieza definitiva de los pecados lograda de una vez por todas por el sacrificio de Cristo en su cuerpo (10:1-10). Mientras los sacerdotes permanecían repetidamente ofreciendo sacrificios que nunca podían quitar los pecados, Jesús se sentó a la diestra de Dios habiendo asegurado el perdón para siempre mediante su único sacrificio (10:11-14). Este argumento basado en Jeremías 31 ensalza el poder del Nuevo Pacto para transformar las mentes y los corazones mediante el perdón de los pecados (10:15-18).
Exhortaciones a la luz del sacrificio de Cristo (Hebreos 10:19-39)
Basándose en el eficaz sacrificio de Cristo, el autor exhorta con urgencia a sus oyentes a que se acerquen a Dios y se mantengan firmes sin vacilar (10:19-25). Les advierte contra el riesgo de desafiar a Dios persistiendo en el pecado (10:26-31), y les llama a la perseverancia conscientes de los sufrimientos anteriores y de la recompensa venidera derivada de las promesas de Dios (10:32-39).
La Fe: Su naturaleza y logros (Hebreos 11:1-40)
El renombrado capítulo “Salón de la Fama de la Fe” define la fe como seguridad/convicción y evidencia/prueba de realidades invisibles (11:1). Comenzando con el Génesis, el autor resume selectivamente la historia redentora citando la fe de notables personajes del AT y cómo Dios los aprobó (11:2-40). Estos ejemplos están pensados para inspirar la perseverancia en la fe en medio de las pruebas.
Mediante este amplio panorama histórico, Hebreos conecta a sus oyentes con la larga trayectoria de fe que recorre la historia de Israel, motivando la esperanza en las futuras promesas de Dios aseguradas por Cristo.
Soportar el sufrimiento fijando los ojos en Jesús (Hebreos 12:1-3)
Pasando a las exhortaciones finales del libro, el autor utiliza la imagen de una competencia atlética para alentar a la resistencia en la lucha contra el pecado. La clave de esta resistencia es fijar los ojos en Jesús, el ejemplo supremo de fe inquebrantable quien fijó su vista en el gozo de la salvación para nosotros que Él lograría y así despreció la vergüenza de la cruz.
La disciplina de Dios como amor paternal (Hebreos 12:4-17)
Basándose en Proverbios 3:11-12, las dificultades se presentan como la amorosa disciplina de Dios que instruye a sus hijos en la justicia (12:5-11). Se nos exhorta a no cansarnos ni desanimarnos, y se nos previene contra la inmoralidad y la profanidad como la de Esaú, que vendió su primogenitura por una comida (12:12-17).
La gloria del Nuevo Pacto (Hebreos 12:18-29)
Utilizando vívidas imágenes que contrastan la entrega del pacto del Sinaí bajo Moisés con el privilegio infinitamente mayor del Nuevo Pacto inaugurado por Cristo, el autor establece la gloria suprema de este último (12:18-24). Así pues, los creyentes no deben rechazar la mayor revelación de Dios en Cristo, que estremece el orden creado y juzgará a todos, pero les conduce con firmeza al reino de Dios (12:25-29).
Así pues, en medio de las dificultades, fijarse en el ejemplo supremo de Cristo y en la disciplina paternal de Dios debe motivar una vida firme y recta hasta que la culminación de las bendiciones inquebrantables del reino se realice plenamente en el juicio venidero y en los nuevos cielos y nueva tierra.
Instrucciones morales para la conducta de los creyentes (Hebreos 13:1-6)
El autor expone una serie de imperativos morales relativos al trato adecuado hacia los demás creyentes. Los mandamientos incluyen mostrar hospitalidad (13:2), identificarse con los encarcelados y los maltratados (13:3), honrar el matrimonio en el plano sexual y relacional (13:4), vivir sin avaricia (13:5) y confiar en la ayuda y la presencia constantes de Dios (13:5-6).
Exhortaciones contra las falsas enseñanzas (Hebreos 13:7-19)
Debemos recordar a los líderes piadosos del pasado y, teniendo en cuenta los resultados de sus vidas, imitar su fe (13:7). Tampoco debemos dejarnos llevar por enseñanzas diversas y extrañas que no benefician a quienes las siguen. Más bien debemos seguir las palabras llenas de gracia de Cristo (13:9). Debemos fortalecer el corazón por la gracia de Dios (13:9). Los creyentes tenemos un altar y un alimento espiritual al que las falsas doctrinas no pueden dar acceso: el sacrificio expiatorio de Cristo. Seguir enseñanzas extrañas nos aparta de los beneficios de la obra de Cristo (13:10-14). Los sacrificios de alabanza y el hacer el bien a los demás le agradan a Dios, no así los rituales vacíos (13:15-16).
Bendición y saludos personales (Hebreos 13:20-25)
Las bendiciones y saludos finales piden que el Dios de paz haga aptos a los creyentes para toda obra buena por medio de la sangre del pacto eterno derramada por Cristo el gran Pastor (13:20-21). Finalmente el autor señala la reciente liberación de Timoteo, expresa su esperanza de pronto visitar a los recipientes de la carta y envía saludos a los dirigentes y a todos los santos (13:22-25).