Josué
El libro de Josué narra la historia de la conquista y repartición de la tierra de Canaán bajo el liderazgo de Josué, sucesor de Moisés. En este libro vemos la fidelidad de Dios al darle a los israelitas posesión de la tierra que les había prometido. también vemos las fallas del pueblo al no conquistar todo el territorio y permitir que continuarán viviendo entre ellos algunos de los habitantes que Dios les había ordenado exterminar. Esto sentó las bases para los problemas de inmoralidad e idolatría que confrontarían más adelante.
Autor y fecha
El libro no menciona el nombre de su autor, pero existe evidencia que apunta hacia el propio Josué quien es además la figura central del libro. La antigua tradición judía afirma que Josué, cuyo nombre significa “Jehová salva” o “Jehová es salvación” es el autor. En varias ocasiones en el libro encontramos a Josué escribiendo. Josué 24:26 dice que luego de despedirse del pueblo “escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios”. Otro dato significativo es que muchas de las narraciones del libro están escritas desde la perspectiva de alguien que, como Josué, fue testigo o participante de los hechos narrados.
De ser Josué el autor otra persona se encargó luego de añadir los versículos finales del capítulo 24. En estos se narra la muerte de Josué, el entierro de los huesos de José y la muerte del sumo sacerdote Eleazar hijo de Aarón. Algunos estudiosos de la Biblia creen que Eleazar y luego su hijo Finees escribieron esta última parte.
Este libro muy probablemente fue escrito entre 1405 y 1386 a.C.
Recorriendo el libro de Josué
En el libro de Josué vemos cómo Dios cumplió la promesa que había hecho a Abraham, Isaac y Jacob de darles la tierra de Canaán. Dios le había dicho a Abraham que los israelitas conquistarían la tierra cuando la maldad de sus habitantes hubiera llegado al colmo, es decir a su punto máximo (Génesis 15:6). En efecto, en la época en que los israelitas invadieron y conquistaron la tierra los habitantes de Canaán eran ávidos practicantes de numerosas perversiones, entre ellas prostitución en los templos y sacrificios humanos.
Divisiones del libro de Josué
Los primeros doce capítulos tratan acerca de la conquista de Canaán por parte del pueblo de Israel. En los capítulos uno al cinco se describen los preparativos para esa conquista y los capítulos 7 del al 12 narran la conquista como tal.
Del capítulo 13 al 21 encontramos la división de la tierra entre las tribus israelitas y del 22 al 24 vemos los eventos relacionados con el final del ministerio de Josué.
Capítulos 1 – 12 – Conquista de la tierra
El libro comienza con la orden que Dios le da a Josué para cruzar el río Jordán y conquistar la tierra. Dios manda a Josué que se esfuerce, sea valiente y cumpla con toda la ley que le había sido dada a Moisés. En esos momentos ya las tribus de Rubén, Gad y parte de la de Manasés habían conquistado tierra al este del Jordán bajo el mando de Moisés. Josué quiso asegurarse de que estas tribus, a pesar de haber obtenido ya su heredad, lucharían junto al resto del pueblo para conquistar la tierra al otro lado del Jordán que ocuparían las demás tribus. Rubén, Gad y Manasés no sólo aceptan, sino que afirman que obedecerán a Josué tal como lo hicieron con Moisés.
¿Sabías que por la desobediencia del pueblo Dios los castigó haciéndoles vagar por el desierto durante cuarenta años hasta que murieran todos los israelitas de 20 años en adelante que desobedecieron? Las únicas excepciones fueron Josué y Caleb que fueron fieles a Dios. A estos se les permitió entrar a la tierra prometida (Ver Números 14). Esto significa que al momento de entrar en la tierra Josué y Caleb eran los israelitas de mayor edad siendo al parecer Josué un poco mayor que Caleb. De modo que la dirección del pueblo y la conquista de la tierra le fue encomendada por Dios al que probablemente era el hombre más viejo de todo Israel. Sin embargo. Dios le aseguró la victoria. solamente tenía que esforzarse, ser valiente y cumplir los mandatos de la Ley (Josué 1:1-9)
Antes de atacar, Josué envío dos espías a reconocer el territorio. Al llegar a la ciudad de Jericó fueron protegidos por una ramera llamada Rahab. Los espías le prometieron que la protegerían tanto a ella como a su familia de la destrucción cuando los israelitas invadieran la ciudad. Para esto la instruyeron a que atara como señal un cordón escarlata a la ventana de su casa.
El día previo a cruzar el río Jordán Josué ordenó a los Israelitas que se consagraran. Luego, siguiendo las órdenes de Jehová Josué ordenó a los sacerdotes que cargaban el Arca del Pacto que marcharan delante del pueblo. Al llegar a la orilla del río, Dios hace un milagro similar al que hizo una generación atrás cuando el pueblo cruzó el Mar Rojo. El Jordán se dividió y el pueblo pasó en seco.
Luego Josué ordenó que, como recuerdo de este milagroso hecho, levantaran en Gilgal un monumento de doce piedras (una por cada tribu) tomadas del centro del río. Josué además levantó otras doce piedras en medio del Jordán en el lugar donde se detuvieron los sacerdotes.
Esta nueva generación de Israelitas que había nacido durante los años en que el pueblo vagó por el desierto no estaba circuncidada, de modo que Dios ordenó que se circuncidaran. Luego celebraron la Pascua utilizando productos de la tierra que iban a conquistar. Al próximo día cesó el maná que durante cuarenta años les había servido de alimento. De aquí en adelante se alimentarían de los frutos de la tierra prometida.
Al final del capítulo 5 se narra un encuentro que tiene Josué con un personaje divino que se identifica como el comandante o príncipe del Ejército de Jehová. Muchos estudiosos consideran que se trata de una personificación de Cristo en forma del Ángel de Jehová. Tal como a Moisés cuando Dios lo llamó desde la zarza ardiente a Josué se le ordena quitar el calzado de sus pies por estar en un lugar santo.
La conquista de Jericó y Ai
La primera ciudad en ser conquistada fue Jericó. Dios instruyó a Josué que durante cada uno de seis días consecutivos dieran una vuelta a la ciudad y siete vueltas el séptimo día. Finalmente debían gritar y tocar las trompetas. Cuando hicieron esto las murallas de la ciudad se desplomaron. Los israelitas destruyeron la ciudad y acabaron con todos sus habitantes excepto Rahab y su familia que cumpliendo la promesa hecha fueron protegidos y recibidos a morar con los israelitas.
Cuando los israelitas atacaron la siguiente ciudad llamada Ai sufrieron una derrota. Dios le reveló a Josué que esto se debió a que alguien del pueblo desobedeció tomando parte del botín de Jericó que se les había ordenado destruir. Dios mandó reunir a todas las tribus y reveló que el culpable era Acán de la tribu de Judá. El pueblo apedreó a Acán, y su familia con lo que se aplacó la ira de Dios. Luego el pueblo volvió a atacar la ciudad de Ai y lograron tomarla e incendiarla por medio de una emboscada. Luego de la conquista de Ai Josué marchó con el pueblo hacia el monte Ebal localizado unas treinta millas al norte. Esta movida que en términos miliares parecía no tener sentido, la hizo Josué en cumplimiento de una orden de Moisés (Deuteronomio 27:1-8). Allí ofrecieron sacrificios a Jehová y renovaron el pacto. Con una parte del pueblo frente al monte Gerizim y otra parte frente al monte Ebal Josué leyó al pueblo la Ley incluyendo las bendiciones por la obediencia y las maldiciones por la desobediencia que en ella se estipulan.
La treta de los Gabaonitas
Los reyes de la parte occidental del Jordán se enteraron de lo que había sucedido con Jericó y Ai y se unieron para pelear contra Israel. Un pueblo cercano, los gabaonitas, sabiendo que no podían derrotar a los israelitas, decidieron usar otra estrategia. Hicieron creer a Josué y al pueblo que eran embajadores de una nación lejana que deseaban establecer una alianza con Israel. Los israelitas, sin consultar a Jehová aceptaron y firmaron con ellos un tratado de paz. Poco después los israelitas descubrieron que habían sido engañados. Josué se sintió obligado por el tratado que había firmado y protegió sus vidas, pero los convirtió en siervos de los israelitas.
Adonisedec rey de Jerusalén se enteró de estos hechos y llamó a otros cuatro reyes amorreos cercanos para ir en contra de Gabaón. Los gabaonitas, al verse atacados pidieron ayuda a Josué. Josué decidió ir en ayuda de los gabaonitas y Jehová lo confirmó en su decisión. Con la ayuda de Dios que lanzó piedras desde el cielo sobre los amorreos y realizó un portentoso milagro prolongando las horas de luz solar, los israelitas derrotaron a los cinco reyes que se habían unido y destruyeron sus ciudades. Hasta entonces Israel había combatido y conquistado las ciudades de la región una por una. En esta batalla derrotaron cinco reyes en una sola campaña militar y no solo eso, sino que sin detenerse continuaron atacando y conquistaron otras ciudades adicionales con lo que adquirieron control de la región sur de Canaán.
La conquista del norte
Poco después los reyes de la región del norte se unieron para atacar a Israel formando un ejército enorme y bien armado. Sin embargo, Dios le dió a Josué y los israelitas una completa victoria sobre ellos. Cumpliendo con los mandatos que Dios ya había dado por medio de Moisés, Josué mató todos los habitantes de estas ciudades de modo que no contaminaran al pueblo de Israel con sus prácticas abominables. Hazor, que era la ciudad principal de la región fue además quemada.
Los reyes derrotados por Israel
En el capítulo 12 se detallan los reyes derrotados por los israelitas. Primeramente, se mencionan a Og y a Sehón derrotados bajo el mando de Moisés al este del Jordán y luego 31 reyes derrotados por Josué al lado oeste del Jordán. Parece extraño que hubiese tantos reyes en la tierra de Canaán, pero debemos recordar que estos no eran reyes sobre naciones o imperios en el sentido moderno, sino que eran reyes con autoridad local cada uno sobre una ciudad-estado (Walvoord, John F. y Zuck, Roy B. The Bible Knowledge Commentary. Cook Communications Ministries – Comentario sobre Josué 12:7-24).
Capítulos 13 – 21 La tierra repartida entre las tribus
En el capítulo 13, cuando ya Josué era anciano, Dios le recuerda que todavía hay mucho territorio por conquistar y le ordenó que repartiera la tierra entre las tribus al oeste del Jordán. En el capítulo 14 Caleb le recuerda a Josué la promesa que le había hecho Moisés de una herencia en la tierra. Josué le asignó la región montañosa de Hebrón y Caleb marcha y la conquista. El capítulo 15 detalla el territorio asignado a la tribu de Judá. Sin embargo, esta tribu, aunque conquistó un gran número de ciudades no pudo expulsar de Jerusalén a los jebuseos que allí habitaban, de modo que se quedaron viviendo entre los israelitas. Esta fue una de varias fallas de los israelitas que provocaron posteriormente graves problemas.
El capítulo 16 detalla el territorio asignado a las tribus de Manasés y Efraín, descendientes de los hijos de José. Al final del capítulo se nos informa que los efraimitas no expulsaron a los cananeos habitantes de Gezer, sino que los sometieron a trabajos forzados y continuaron viviendo entre los israelitas.
El capítulo 17 documenta las fronteras del territorio de Manasés. Aquí también se narra el caso de las cinco hijas de Zelofehad un miembro de esta tribu que murió sin dejar hijos varones. Estas reclamaron y les fue otorgada su heredad tal como Dios le había ordenado previamente a Moisés.
En el capítulo 18 Josué amonestó a los israelitas por haber sido negligentes en la tarea de conquistar completamente la tierra. Envió tres hombres de cada una de las siete tribus que aún no habían recibido territorio a recorrer y delinear la tierra. Luego Josué la dividió por suertes entre esas tribus. Al final del capítulo se describe el territorio que le tocó a la tribu de Benjamín.
El capítulo 19 detalla el territorio de las tribus de Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan.
Ciudades de refugio y ciudades levíticas
En el capítulo 20 se designan ciudades de refugio. A estas podía huir cualquier persona que hubiere matado a otra accidentalmente sin premeditación. De este modo quedaría protegido del vengador de la sangre. Este era por lo general el familiar más cercano de la víctima el cual se hacía responsable de vengar la muerte de su pariente. La persona que huía a una de estas ciudades permanecía allí hasta que se le celebrara juicio. Si en el juicio era declarado inocente debía continuar viviendo en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Luego de esto podía regresar a su hogar.
En el capítulo 21 se establecen 48 ciudades levíticas. La tribu de leví, que fue dedicada al sacerdocio y al servicio en el tabernáculo no tenía un territorio asignado, sino que viviría en estas ciudades dispersas a través de todo Israel.
Capítulos 22 – 24 Termina el Ministerio de Josué
En el capítulo 22 Josué permite a las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés regresar a su territorio al este del Jordán. al regresar a su tierra construyeron un altar lo cual es interpretado por las otras tribus como un acto de idolatría por lo que se prepararon para hacerles la guerra. Sin embargo, el propósito de este altar no era adorar a otros dioses sí no servir como recordatorio de la unidad entre las tribus que están al este del Jordán y las que están al oeste. Cuando esto se aclaró se restauró la paz entre las tribus.
En el capítulo 23 Josué se dirige a los líderes israelitas poco antes de su muerte. Les recuerda cómo Dios le ha ayudado hasta ahora y los llama a obedecer completamente la ley de Dios y a no asociarse con las naciones paganas vecinas que adoran dioses falsos. Les advierte qué sí violan el pacto y sirven a otros dioses serán desarraigados de la tierra que Dios les dio. En el capítulo final Josué se reúne con todo el pueblo en Siquem. Les recuenta su historia y les recuerda cómo Dios les ha dado la victoria contra sus enemigos. Los reta a decidir si han de servir a los dioses paganos o a Jehová. El pueblo declara que servirán a Jehová. Sin embargo, Josué sabe que el pueblo eventualmente se desviará del camino correcto y les hace unas graves advertencias. Luego, Josué renueva el pacto de Dios con el pueblo. El libro concluye con un registro de la muerte de Josué, la sepultura de los huesos de José en Siquem y la muerte del sumo sacerdote Eleazar hijo de Aarón.