Evangelio Según Lucas
El Evangelio de Lucas ofrece un minucioso registro histórico, rico en detalles y narrativas, que proporciona un relato de la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su ascensión a los cielos. Es el más largo de los cuatro Evangelios y contiene muchos relatos que no se encuentran en los demás. En el Evangelio de Lucas tenemos también el relato más detallado del nacimiento de Jesús y parábolas únicas como la del Buen Samaritano y la del Hijo Pródigo. El Evangelio de Lucas es el primero de dos libros del mismo autor. El segundo es el libro de los Hechos, donde narra el comienzo de la Iglesia y la propagación del cristianismo tras la resurrección de Jesús.
Lucas escribió con un propósito claro: ofrecer un relato ordenado y detallado de la vida y el ministerio de Jesús. A lo largo del Evangelio, son evidentes la compasión y la preocupación de Lucas por los marginados, los pobres y los desamparados. Su Evangelio destaca a Jesús como el Salvador de todas las personas, independientemente de su condición social o nacionalidad.
¿Quién era Lucas? El autor de este Evangelio
Se cree que Lucas, el autor de este Evangelio, era médico y compañero cercano del apóstol Pablo. Lucas es el único escritor de un Evangelio, y probablemente el único escritor del Nuevo Testamento, que no es judío. Su estilo lúcido, su atención al detalle y su descripción exhaustiva de los hechos sugieren un bagaje académico. Sin embargo, a diferencia de los otros escritores de los Evangelios, Lucas no fue testigo ocular de los acontecimientos que relató. En lugar de ello, se basó en los relatos de quienes habían presenciado los hechos de primera mano.
La formación médica de Lucas se refleja en sus detalladas descripciones de los milagros de sanación. Este Evangelio contiene más relatos de Jesús sanando gentes que cualquiera de los otros Evangelios, subrayando así el interés de Lucas en Jesús como sanador. Como médico, Lucas habría comprendido el profundo impacto que estas curaciones tenían en las personas y las comunidades, lo que ilumina aún más su perspectiva.
Lo más probable es que el Evangelio de Lucas se escribiera entre los años 58 y 60 d.C.
A Quiénes Va Dirigido el Evangelio de Lucas
Tal como se indica en los versículos iniciales, Lucas escribió su Evangelio para una persona llamada Teófilo. Teófilo era probablemente un funcionario o noble romano que se había convertido al cristianismo o, al menos, había recibido alguna información sobre la fe cristiana y estaba interesado en saber más. Evidencia del alto estatus social de Teófilo es el uso que hace Lucas del término griego kratistos (muy honorable o excelente) para referirse a él. En el libro de los Hechos (23:26; 24:3; 26:25) Lucas utiliza esta misma palabra para referirse a Félix y Festo, que eran gobernadores romanos de Judea. (Towns, Elmer L.; Ben Gutiérrez. The Essence of the New Testament. B&H Publishing Group). Por otra parte, dado que Teófilo significa “amante de Dios”, algunos han tomado este nombre no como el de un individuo, sino como un nombre simbólico que representa a un público más amplio. En cualquier caso, el mensaje universal del Evangelio sugiere que Lucas pretendía que su relato fuera leído y comprendido por un público amplio, incluyendo lectores no judíos.
Lucas quiso ofrecer un relato claro y completo de la vida y enseñanzas de Jesús a un público compuesto principalmente por cristianos gentiles (no judíos). Esta intención es evidente en su incorporación de varias parábolas y enseñanzas que ponen de relieve el carácter inclusivo del mensaje de amor y salvación de Dios.
Teófilo y, por extensión, el gran público gentil, seguramente desconocían las prácticas y tradiciones judías. En consecuencia, Lucas explica a menudo en su Evangelio costumbres y lugares geográficos judíos. También destaca la misericordia y compasión de Dios hacia los gentiles, subrayando aún más su enfoque hacia este público.
Propósito del Evangelio de Lucas
Lucas parece tener varios propósitos en mente. Por un lado, intenta ofrecer un relato detallado, ordenado y preciso de la vida y el ministerio de Jesús, comenzando por su genealogía y nacimiento. Esto es evidente desde los primeros versículos del Evangelio, donde Lucas declara su objetivo de escribir para Teófilo un “relato ordenado”. Esto lo hizo “después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio” (Lucas 1:3).
Por otra parte, el Evangelio de Lucas es profundamente teológico. Presenta a Jesús como el Salvador de todos los pueblos, haciendo hincapié en su compasión por los marginados. Con este Evangelio, Lucas pretende no sólo informar, sino también inspirar la fe y transformar vidas.
Asimismo, el Evangelio de Lucas quiere mostrar a la sociedad romana en general las antiguas raíces judías del cristianismo. Lucas presenta el cristianismo no como una religión nueva o desviada, sino como el cumplimiento de las antiguas profecías judías.
Trasfondo Histórico del Evangelio de Lucas
Una característica distintiva de Lucas es que a menudo proporciona detalles históricos, geográficos y culturales específicos que sitúan su relato en el contexto más amplio de la sociedad romana del siglo I.
Lucas presenta la venida de Jesús en medio del turbulento telón de fondo de la dominación romana. La Pax Romana, prometida por emperadores como Augusto e impuesta mediante el poder militar, parecía más bien una pesada bota sobre el cuello de los judíos que anhelaban la autonomía. El descontento político latía a fuego lento, alimentado por los impuestos, las rebeliones y la sombra siempre presente de las legiones romanas. Lucas ofrece un relato detallado de este paisaje político y religioso en el que se desarrolló el ministerio de Jesús. Incluye descripciones de las diversas sectas judías, la ocupación romana y las condiciones sociales y económicas de la época.
El estilo único de Lucas
El Evangelio de Lucas se caracteriza por una escritura cuidadosa y detallada, a lo que probablemente contribuyó su profesión de médico. Su narrativa es rica en descripciones vívidas, escenas cuidadosamente construidas y personajes bien delineados. A lo largo del Evangelio parece haber un marcado interés por la sanación y la enfermedad. Incluye cinco sanaciones efectuadas por Jesús que no se mencionan en los demás Evangelios y, en el caso de varias otras sanaciones que también aparecen en otros Evangelios, Lucas añade detalles adicionales. Así vemos que Marcos relata acerca de un hombre que tenía lepra (1: 40), pero Lucas (5:12) añade que estaba lleno de lepra (es decir que la tenía por todas partes del cuerpo). Marcos habla de un hombre con una mano seca (3: 1), pero Lucas detalla que era la mano derecha (6: 6). Marcos y Juan nos informan que cuando fueron a arrestar a Jesús Pedro tomó la espada y le cortó una oreja al siervo del sumo sacerdote (14: 47), pero Lucas añade que Jesús le tocó la oreja y lo sanó (22: 51) (Towns, Elmer L.; Ben Gutiérrez. The Essence of the New Testament (Kindle Location 1796). Grupo editorial B&H).
El estilo de Lucas también destaca por su atractivo universal. Mientras que otros Evangelios se escribieron principalmente para el público judío, Lucas escribe para un público más amplio. Su Evangelio abunda en explicaciones sobre las costumbres y la geografía judías, lo que lo hace accesible a lectores no judíos.
Además, como ya hemos señalado, el Evangelio de Lucas está marcado por una profunda compasión hacia los marginados. Más que ningún otro Evangelio, Lucas destaca los encuentros de Jesús con los pobres, los enfermos, los pecadores y los rechazados. A través de estos encuentros, Lucas demuestra la profundidad del amor de Dios y la amplitud de su misericordia.
En conclusión, este Evangelio ofrece un relato exhaustivo de la vida y el ministerio de Jesús, presentando un mensaje de inclusión, compasión y esperanza que resuena en lectores de todas las procedencias. Sirve como poderoso recordatorio del amor universal de Dios y del poder transformador del Evangelio.
Resumen del Evangelio de Lucas
Capítulos 1 y 2 – Lucas comienza presentando su Evangelio en los primeros cuatro versículos. Afirma que, después de investigar cuidadosamente, ha escrito para Teófilo un relato ordenado y fidedigno de la vida y el ministerio de Jesús. Este relato se basa en el testimonio ocular de quienes acompañaron a Jesús y fueron servidores del mensaje evangélico. De este modo, Lucas asegura a Teófilo la certeza de las cosas que le han sido enseñadas.
El resto del capítulo 1 y todo el capítulo 2 recogen el nacimiento de Juan el Bautista y de Jesús, e incluyen además un incidente ocurrido cuando Jesús tenía 12 años.
El nacimiento de Juan el Bautista fue anunciado por el ángel Gabriel a un sacerdote llamado Zacarías. Elisabet, la mujer de Zacarías, era estéril y anciana, pero tal como le dijo el ángel quedó embarazada y dio a luz a Juan. Este Juan, conocido como Juan el Bautista, habría de ser el que cumpliría las profecías del Antiguo Testamento acerca de un precursor que prepararía el camino para el Mesías (Isaías 40:3, Malaquías 3:1). A los seis meses del embarazo de Elisabet, el ángel Gabriel visitó a María, una joven virgen en la ciudad galilea de Nazaret. María estaba comprometida con José, que era descendiente del rey David. El ángel dijo a María que concebiría un hijo por el Poder del Espíritu Santo, y le ordenó ponerle por nombre Jesús (nombre que procede del hebreo Josué y significa Yahvé salva). Poco después, María visitó a Elisabet y se regocijaron juntas. María dio a luz a Jesús en Belén, una ciudad de Judea. Un ángel anunció el nacimiento a los pastores, y de repente apareció una multitud celestial alabando a Dios. Los pastores fueron a Belén y encontraron a Jesús acostado en un pesebre. Más adelante, José y María fueron al Templo de Jerusalén para presentar a Jesús al Señor, de acuerdo con la Ley de Moisés. Allí es reconocido como el Mesías por un hombre piadoso llamado Simeón y una anciana viuda profetisa llamada Ana. Luego la familia regresó a Nazaret, donde Jesús creció. Cuando tenía doce años, Jesús fue con José y María a Jerusalén, y allí acudió al templo, donde asombró a los maestros con su entendimiento.
El capítulo 3 nos muestra a Juan el Bautista preparando el camino para Jesús mediante la predicación de un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Jesús es bautizado por Juan en el río Jordán, entonces los cielos se abrieron, el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma corporal como una paloma y el Padre habló afirmando Su identidad como Hijo de Dios y Su misión. Por último, el capítulo 3 presenta la genealogía de Jesús, en la que se traza la ascendencia de Jesús a través de David y Abraham hasta Adán.
En el capítulo 4, Jesús, lleno del Espíritu Santo, es conducido al desierto, donde permanece 40 días en ayuno. Allí fue tentado por el diablo. A pesar de los intentos del diablo, Jesús en ningún momento peca sino que rechaza las ofertas del diablo citando las Escrituras. A continuación, Jesús va a Galilea y comienza su ministerio enseñando y asombrando a la gente con su autoridad. En la sinagoga de Nazaret, se proclama como el cumplimiento de una profecía mesiánica contenida al principio del capítulo 61 de Isaías, pero es rechazado. Después Jesús regresa a Galilea y se dirige a Capernaum, donde sana a muchas personas, entre ellas a un hombre poseído por un espíritu inmundo y a la suegra de Pedro, que se encontraba con fiebre.
En el capítulo 5, después de una pesca milagrosa en el lago de Genesaret (también conocido como Mar de Galilea), Jesús llamó a Simón Pedro y a los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, para ser Sus primeros discípulos. También curó a un hombre con lepra, le perdonó los pecados y sanó a un paralítico. Luego Llamó a Leví (Mateo), que era publicano o recaudador de impuestos para los romanos, profesión considerada despreciable por los fariseos y otras autoridades religiosas, para que le siguiera y fuera su discípulo.
El capítulo 6 narra dos incidentes ocurridos en Sábado. En el primero Jesús y sus discípulos caminaban a través de los sembrados. Los discípulos recogieron y comieron algunas espigas. Varios fariseos se opusieron y esto dio lugar a una disputa sobre lo que es lícito hacer en sábado. Jesús defendió las acciones de sus discípulos haciendo referencia a un suceso de la vida de David recogido en 1 Samuel 21:1-9, en el que David y sus compañeros tenían hambre y comieron pan consagrado que sólo se permitía comer a los sacerdotes.
Otro sábado Jesús curó en la sinagoga a un hombre que tenía una mano seca. Esta acción intensificó el conflicto con los escribas y fariseos. Con estas acciones Jesús proclamó que Él, como Mesías, tiene autoridad sobre los asuntos relacionados con la Ley y que los actos de misericordia no son contrarios a la Ley, y pueden realizarse en sábado. Después de esto, Jesús pasó la noche en oración en un monte y luego eligió a doce discípulos a los que también llamó apóstoles.
A continuación, Jesús pronunció ante una gran multitud lo que se conoce como el Sermón de la Llanura. En él enseña acerca de las bienaventuranzas para los pobres de espíritu y los hambrientos de justicia, y los ayes para los que confían en sus riquezas. También instruye al pueblo para que ame a sus enemigos así como a no tomar represalias cuando alguien les haga mal.
Capítulo 7 – Comienza con Jesús sanando al siervo de un centurión (comandante de un grupo de 100 soldados romanos). Luego resucita al hijo de una viuda en la ciudad de Naín. Juan el Bautista, que estaba en la cárcel, envió unos discípulos a preguntar a Jesús si era el Mesías. Jesús responde señalando como prueba sus milagros, que correspondían a los profetizados sobre el Mesías. Luego alaba a Juan como profeta. El capítulo termina con una mujer pecadora que unge los pies de Jesús y éste le perdona sus pecados.
En el capítulo 8 Jesús recorre ciudades y aldeas predicando las buenas nuevas del reino de Dios. También cuenta la Parábola del Sembrador y explica el propósito de las parábolas. Jesús calma una tempestad en el mar de Galilea, demostrando su poder sobre la naturaleza. Después en la región de los gerasenos libera a un hombre poseído por muchos demonios. Al regresar a Galilea, Jesús curó a una mujer que llevaba doce años sangrando y resucitó a la hija de un funcionario de la sinagoga llamado Jairo. Los milagros de este capítulo, así como muchos otros, demuestran el poder de Jesús sobre la naturaleza, el reino espiritual y la enfermedad.
Capítulo 9 – Jesús envía a los Doce Apóstoles a predicar el reino de Dios y a sanar enfermos. Alimenta a cinco mil personas con cinco panes y dos peces. Pedro confiesa que Jesús es el Mesías. Jesús predice su muerte y resurrección, y se transfigura en una montaña en presencia de Pedro, Jacobo y Juan. Jesús cura a un muchacho con un espíritu maligno, predice su muerte por segunda vez y enseña sobre la grandeza del reino de Dios. El capítulo termina con la partida de Jesús hacia Jerusalén.
En el capítulo 10 Jesús nombra y da instrucciones a otros setenta discípulos para que vayan delante de él y prediquen el reino de Dios y sanen a los enfermos en todas las ciudades que piensa visitar. Les advierte de los peligros y las recompensas de la misión. También pronuncia ayes sobre las ciudades impenitentes de Corazín, Betsaida y Capernaum. Los setenta regresan con alegría e informan de su éxito, pues hasta los demonios se someten a ellos. Jesús les dice que, en lugar de regocijarse por esto, deberían regocijarse por el hecho de que sus nombres están escritos en el cielo. Jesús se regocija y alaba al Padre por revelar su verdad a los humildes. También declara su relación única con el Padre y su autoridad para revelarlo a quien él (Jesús) quiera.
Un intérprete de la ley pone a prueba a Jesús preguntándole qué debe hacer para heredar la vida eterna. Jesús le pregunta qué dice la ley, a lo que él responde citando los preceptos de amar a Dios y amar al prójimo. Entonces le pregunta a Jesús quién es su prójimo. Jesús le responde con una parábola sobre un hombre al que robaron y golpearon en el camino de Jerusalén a Jericó. Un sacerdote y un levita pasaron junto a él y no lo ayudaron, pero un samaritano, despreciado por los judíos, se detuvo y lo atendió. Jesús pregunta al intérprete de la ley cuál de los tres era prójimo del hombre, y éste admite que era el samaritano. Jesús le dice que vaya y haga lo mismo.
Jesús y sus discípulos visitan la casa de Marta y María, dos hermanas amigas suyas. Marta se afana en servir, mientras María se sienta a los pies de Jesús y escucha sus enseñanzas. Marta se queja a Jesús de que María no la ayuda, pero Jesús le dice que María ha elegido la mejor parte y que no se la quitará.
En el capítulo 11 Jesús enseña a sus discípulos a orar utilizando como modelo lo que conocemos como el Padre Nuestro. También les anima a persistir en la oración y a confiar en la bondad y generosidad de Dios.
Jesús expulsa a un demonio mudo de un hombre, pero algunos de la multitud le acusan de estar aliado con Beelzebú, príncipe de los demonios (muy probablemente otro nombre de Satanás). Jesús refuta su acusación y les advierte que serán juzgados. También critica a los fariseos y a los expertos en la ley por su hipocresía y legalismo, y a la multitud por su falta de arrepentimiento y discernimiento.
El capítulo 12 comienza con Jesús advirtiendo a sus discípulos que no imiten la hipocresía de los fariseos, que aparentan ser justos pero están corrompidos por dentro. También les dice que no teman a los que pueden matar el cuerpo, sino que teman a Dios, que puede juzgar el alma. Asimismo, les advierte de los peligros de negarle ante los demás y del pecado imperdonable de blasfemar contra el Espíritu Santo. Asegura a Sus discípulos del cuidado de Dios y les promete la ayuda del Espíritu Santo cuando sufran persecución. Desde el versículo 13 al 59, Jesús enseña a sus discípulos a evitar la avaricia y a ser ricos para con Dios, y utiliza como ejemplo la parábola del rico insensato. También les dice que no se preocupen por sus necesidades materiales, sino que busquen el reino de Dios y sean generosos con los pobres. Les exhorta a estar preparados para su regreso, utilizando las parábolas de los siervos fieles e infieles, y de los mayordomos prudentes e insensatos. También les advierte de la división y el juicio que traerá su venida, y les llama a interpretar los signos de los tiempos. Termina con un relato sobre dos personas enfrentadas en una disputa legal, con el fin de enseñarles la necesidad de reconciliarnos con nuestros adversarios y, lo que es más importante, con Dios.
Capítulo 13 – Jesús enseña sobre el arrepentimiento, la falsa religión y la puerta de entrada estrecha que conduce al Reino. Jesús utiliza dos trágicos incidentes recientes para corregir el malentendido de la gente en cuanto al sufrimiento y llama a sus oyentes a arrepentirse o perecer. También sana a una mujer en sábado y defiende su acción frente al jefe de la sinagoga. A continuación enseña sobre la naturaleza y el crecimiento del reino de Dios, utilizando las parábolas del grano de mostaza y la levadura. También se lamenta por Jerusalén y profetiza su destrucción y así como Su rechazo.
Capítulo 14 – Jesús enseña sobre la humildad, la hospitalidad y el costo de ser Sus discípulos. Sana a un hombre con hidropesía en sábado y desafía a los fariseos a causa de su legalismo. A través de la parábola del banquete de bodas, enseña a sus discípulos a ser humildes y a no buscar honores para sí mismos. También cuenta la parábola del gran banquete, que enseña sobre la recompensa de Dios al servicio desinteresado y amoroso hacia las personas que no pueden recompensarnos.
Jesús enseña a sus discípulos a calcular el costo de seguirle y a estar dispuestos a renunciar a su familia, a sus posesiones e incluso a su propia vida. Utiliza como ejemplos la construcción de una torre y la conducción de una batalla para mostrar la necesidad de planificación y compromiso cuidadosos. También les advierte de que, si pierden estas cualidades esenciales para un discípulo, se volverán tan inútiles como la sal que ha perdido sus propiedades.
Capítulo 15 – A menudo se hace referencia a este capítulo como el de “los perdidos y encontrados”. Consta de tres parábolas que ponen de relieve el amor constante de Dios y su gozosa celebración por el arrepentimiento de un solo pecador.
- La oveja perdida, cuenta la historia de un pastor que dejó a sus noventa y nueve ovejas para buscar a la que se había perdido. Cuando la encuentra, se la echa sobre los hombros con alegría y vuelve a casa. Luego reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Explicando esto, Jesús dice que habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.
- La moneda perdida – En esta parábola, una mujer tiene diez monedas de plata (dracmas) y pierde una. Entonces enciende una lámpara, barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra. Cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alegraos conmigo; he encontrado mi moneda perdida’. Jesús dice que, del mismo modo, hay regocijo en presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
- El Hijo Pródigo es la historia de un hombre que tenía dos hijos. El hijo menor le pide que le dé su parte de la herencia, y se dedica a malgastarla en una vida desenfrenada, pero luego vuelve a casa arrepentido. Su padre le recibe con los brazos abiertos. El hijo mayor, sin embargo, está resentido por el regreso de su hermano y la alegre recepción de su padre. El padre le responde diciendo: era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Capítulo 16 – Contiene la parábola del mayordomo deshonesto que Jesús relató a Sus discípulos. En esta parábola Jesús enseña acerca del uso de la riqueza y de las posesiones materiales en el servicio a Dios. También incluye la historia del Rico y Lázaro, en la que destaca la importancia de ayudar a los necesitados y la realidad de la vida después de la muerte.
Capítulo 17 – Jesús instruye en cuanto al perdón, la fe y la gratitud. También predice su segunda venida y subraya el carácter repentino de la misma. De camino a Jerusalén, Jesús curó a diez leprosos. Sólo uno de ellos, que era samaritano, volvió a Jesús alabando y dando gracias a Dios.
Capítulo 18 – Comienza con la parábola de la viuda persistente, que enseña la importancia de orar con perseverancia. A continuación, Jesús cuenta la parábola del fariseo jactancioso que tenía un concepto demasiado elevado de sí mismo, en contraste con un recaudador de impuestos que pedía la misericordia de Dios sintiéndose indigno incluso de mirar al cielo. Con esta parábola Jesús da una lección sobre la humildad y la actitud que debemos tener al acercarnos a Dios. Jesús también bendice a los niños, predice su muerte y resurrección por tercera vez y cura a un mendigo ciego cerca de Jericó.
Capítulo 19 – Al comienzo encontramos a Jesús pasando por Jericó. Allí un jefe de los recaudadores de impuestos (publicanos) llamado Zaqueo se sube a un árbol para poder ver a Jesús. Jesús lo ve y le dice que baje. Luego van a casa de Zaqueo. Como resultado de este encuentro con Jesús, Zaqueo experimenta una transformación y la salvación. En este capítulo, Jesús cuenta también la Parábola de las Diez Minas, que hace hincapié en la administración responsable y la fidelidad. El capítulo concluye con la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, Su dolor por la inminente destrucción de Jerusalén y Su limpieza del Templo expulsando a la gente que vendía allí y que lo había convertido en una cueva de ladrones . El capítulo termina señalando que los principales sacerdotes y otros dirigentes deseaban matar a Jesús, pero tenían miedo del pueblo.
En el capítulo 20 cuando Jesús enseña en el templo, los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos le interrogan acerca de su autoridad. Jesús les dice que responderá a su pregunta si primero le dicen si el origen del bautismo de Juan era del cielo o de la gente. Estos líderes religiosos, temerosos de responder de una manera u otra, le contestaron finalmente que no lo sabían. En los versículos 9-19 Jesús cuenta la Parábola de los Inquilinos Malvados, profetizando sobre Su inminente rechazo y muerte. Los dirigentes religiosos comprendieron que hablaba de ellos y querían arrestarlo, pero temían la reacción del pueblo.
A continuación, en los versículos 20-26, los fariseos intentan atrapar a Jesús con una pregunta sobre el pago de impuestos al gobierno romano. Jesús, discerniendo su engaño, responde que debemos dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.
En los versículos 27 a 40, los saduceos, que niegan la resurrección, presentan a Jesús un caso hipotético sobre siete hermanos que se habían casado con la misma mujer, basándose en la ley judía que obligaba a un hombre a casarse con la viuda de su hermano cuando éste moría sin dejar hijos (Deuteronomio 25:5-10). Preguntan a Jesús de quién será esposa en la resurrección. Jesús corrige su malentendido enseñándoles que en la resurrección seremos como los ángeles, que no se casan. Jesús también afirma la realidad de la resurrección citando el encuentro de Moisés con Dios en la zarza ardiente. Allí Dios se identificó como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, que habían muerto siglos antes (Éxodo 3:6). Declara que Dios es Dios de vivos, no de muertos, dando a entender que estos patriarcas, aunque físicamente muertos, están vivos para Dios.
Luego Jesús cuestiona a los líderes religiosos cómo puede el Cristo ser hijo de David si David le llama Señor (Salmos 110:1), confundiendo así a Sus críticos.
El capítulo concluye con la advertencia de Jesús contra la hipocresía de los maestros de la ley. Éstos disfrazaban su codicia y orgullo con oraciones y ceremonias hipócritas y pomposas, buscando la aprobación humana.
Capítulo 21 – En este capítulo, al igual que en Mateo 24-25, Jesús nos enseña acerca de los acontecimientos que precederán su regreso para establecer el Reino. Nos desafía a vivir fielmente en el presente a la espera de su gloriosa segunda venida.
Comienza con la historia de la ofrenda de la viuda, un poderoso recordatorio del valor que Dios concede a la ofrenda sacrificial. Aunque los ricos daban sumas de dinero mucho mayores, sus donativos no exigían mucho sacrificio por su parte. Daban de su abundancia, no de una verdadera necesidad. Sin embargo, la ofrenda de la viuda fue diferente. Dio todo lo que tenía, a pesar de su propia pobreza.
Luego Jesús predice la destrucción del Templo y describe los signos del Fin de los Tiempos, entre los que se encuentran los falsos profetas, las guerras, desastres naturales y la persecución de Sus seguidores. También predice que Jerusalén será hollada por los gentiles y Su Segunda Venida.
El capítulo termina con un llamado a permanecer alerta velando y orando.
En el capítulo 22 se intensifica el complot para matar a Jesús. Judas, uno de los Doce, acude a los sumos sacerdotes y a los oficiales y acepta traicionarlo. El complot se pone en marcha. Entretanto Jesús celebra la Pascua con sus discípulos e instituye el Nuevo Pacto. Predice la negación de Pedro. Pedro protesta afirmando que está dispuesto a seguir a Jesús hasta la muerte, pero Jesús conoce mejor que Pedro la debilidad de la naturaleza humana y los retos a los que se enfrentarán sus discípulos para permanecer firmes. Luego va con sus discípulos a orar al Monte de los Olivos. Allí experimenta profunda angustia y congoja, consciente del sufrimiento que va a padecer. Jesús ora, preguntando si es posible que le sea quitada esa copa de sufrimiento, pero se somete a la voluntad del Padre, diciendo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya.” Luego es arrestado por una muchedumbre compuesta de sacerdotes principales, oficiales del templo y ancianos, guiados por Judas.
Jesús es llevado a casa del sumo sacerdote y Pedro les sigue a distancia. Tal como Jesús había predicho, cuando lo identificaron como seguidor de Jesús Pedro, negó tres veces conocerle antes de que cantara el gallo. Luego salió y lloró amargamente. Temprano en la mañana Jesús es juzgado y condenado por el concilio de los ancianos conocido como sanhedrín.
Capítulo 23 – Como el poder de dictar sentencia de muerte estaba reservado a las autoridades romanas, los miembros del concilio llevaron luego a Jesús ante Pilato el gobernador romano quien a su vez lo remitió a Herodes Antipas, que era tetrarca de Galilea y se encontraba en aquel momento en Jerusalén. Herodes tampoco encontró causa digna de muerte en Jesús y lo envió de vuelta a Pilato. Sin embargo, la muchedumbre, influenciada por las autoridades religiosas, pidió enardecidamente que Jesús fuera crucificado y prefirieron que Pilato pusiera en libertad a un notorio criminal llamado Barrabás en vez de a Jesús. Finalmente, a pesar de no encontrar culpabilidad en Jesús, Pilato terminó cediendo a la presión de los dirigentes judíos y entregó a Jesús para ser crucificado. Jesús fue crucificado entre dos criminales y ese mismo día por la tarde muere. Es enterrado en una tumba proporcionada por José de Arimatea, un miembro del Consejo judío o Sanedrín que no había consentido la decisión de los demás de condenar a Jesús. Un grupo de mujeres que había venido con Jesús desde Galilea fueron hastra el sepulcro luego regresaron y prepararon especias aromáticas para, como era costumbre, ungir el cuerpo de Jesús.
Capítulo 24 – El siguiente día era sábado o día de reposo de acuerdo a la Ley judía por lo que las las mujeres (entre ellas María Magdalena, Juana y María la madre de Jacobo) descansaron y el próximo día que era el primer día de la semana regresaron a la tumba. Allí encontraron la tumba vacía y dos hombres con ropas deslumbrantes que les dicen que Jesús ha resucitado. Se lo comunican a los discípulos, pero la noticia les parece una locura. Pedro, sin embargo, corre al sepulcro y se asombra de lo que ve. En el camino hacia una un poblado llamado Emaús, Jesús se acerca a dos de sus discípulos que no le reconocen. Jesús comienza a explicarles las Escrituras que hablan acerca de Él. Cuando llegan a Emaús Jesús parte el pan en la mesa y los discípulos lo reconocen pero Jesús se desaparece de su vista. Ellos rápidamentre regresan a Jerusalén para compartir su experiencia con los once. Jesús se les aparece aparece, calmando sus temores y demostrando Su resurrección física. Les muestra las manos y los pies y come delante de ellos. Luego les abre la mente para que comprendan las Escrituras y predice la venida del Espíritu Santo. Les ordena que permanezcan en Jerusalén hasta que reciban el poder de lo alto. Finalmente Jesús conduce a los discípulos a las cercanías de Betania, los bendice tras lo cual es llevado al cielo. Los discípulos le adoran y regresan a Jerusalén con gran alegría, alabando continuamente a Dios en el templo.