Números
Título
En la Biblia hebrea este libro se conoce como “Bemidbar”. Esta es la quinta palabra del texto y significa “en el desierto de”, reflejando el escenario donde se desarrolla casi todo el contenido del libro. En la traducción griega conocida como la Septuaginta se le llamó Arithmoi que traducido significa Números. Este nombre se le dio a causa de los dos censos y otros datos numéricos sobre el pueblo que hay en este libro.
Autor
Moisés
Fecha
Alrededor del 1405 a.C. Poco antes de la entrada del pueblo a la Tierra Prometida
Números, el cuarto libro de la Biblia hebrea o Antiguo Testamento ofrece grandes lecciones sobre la fidelidad de Dios y los efectos de la desobediencia y falta de fe del pueblo. Dios no reniega de su promesa a Abraham, Isaac y Jacob, pero la generación que salió de Egipto, con dos honrosas excepciones, no pudo ver su cumplimiento por no creer que Dios era poderoso para cumplir lo prometido. Una nueva generación nacida en el desierto sería la que conquistaría Canaán.
Los sucesos del libro abarcan un periodo de aproximadamente 39 años en el desierto luego del Éxodo de Egipto. Números trata principalmente del viaje de los israelitas a través del desierto desde el Sinaí, donde habían recibido la Ley y construido el tabernáculo hasta llegar al borde de la Tierra Prometida. El material del libro está organizado en torno a una serie de acontecimientos importantes, como la construcción del Tabernáculo, la rebelión de Coré, el castigo de los espías que no confiaron en Dios y el pueblo que los siguió y las batallas contra los amorreos y los madianitas. Números contiene también varias secciones jurídicas importantes, entre ellas las leyes relacionadas con los sacerdotes, el voto nazareo, el sábado y las leyes y la herencia.
El libro puede dividirse en tres secciones principales:
El censo y la organización de los israelitas
Esta primera sección (capítulos 1-10) consiste de preparativos para la salida del Sinaí y la conquista de la tierra prometida dirigidos a la primera generación del pueblo que salió de Egipto. Comienza con un censo por tribus y familias de los varones israelitas de veinte años en adelante aptos para ir a la guerra. Este censo establece la estructura organizativa de los israelitas y proporciona una idea clara de su población y recursos. El censo se realizó en cada una de las tribus, excepto la de Leví a la cual Dios separó para el servicio en el tabernáculo. Más adelante Dios da instrucciones a Moisés sobre cómo deben organizarse las tribus alrededor del tabernáculo. El resto de esta sección presenta una serie de instrucciones diversas entre ellas las que tienen que ver con los levitas, los sacerdotes, el voto de los nazareos y el proceso a seguir cuando un hombre sospecha que su mujer le ha sido infiel. También describe las ofrendas presentadas las tribus para el servicio del tabernáculo y para la dedicación del altar. El capítulo 8 describe la purificación de los levitas, y el 9 presenta las instrucciones que Dios había dado a Moisés para la celebración de la Pascua. La primera Pascua luego de la salida de Egipto se celebró 14 del primer mes tal como Dios había ordenado. Luego de todos esos preparativos el pueblo está listo para partir hacia la conquista de la tierra prometida. El día veinte del segundo mes del segundo año de su liberación de Egipto tal como se narra a finales del capítulo 10, la nube se levantó de sobre el Tabernáculo y el pueblo marchó.
El viaje a través del desierto
La segunda sección del libro (capítulos 11-25) describe el viaje de los israelitas por el desierto y sus diversos retos y obstáculos. Esta sección se caracteriza por una serie de fracasos y rebeliones de los israelitas, así como por los castigos y juicios de Dios contra ellos. Por su rebelión y falta de fe perdieron la oportunidad de poseer en ese momento la tierra prometida, estando casi a la entrada de esta. En una ocasión, los israelitas se quejan de falta de comida y agua, y en respuesta, Dios les envía codornices y maná para sustentarlos. El capítulo 12 narra la rebelión de los hermanos de Moisés Miriam y Aarón. Estos cuestionaron la autoridad Dios mismo le había dado. Por esta razón Dios castigó a Miriam con lepra. Moisés intercedió por ella y finalmente Dios la sanó.
En Números 13-14, Moisés envía a doce espías, uno por cada tribu, a explorar la tierra de Canaán, que Dios ha prometido dar a los israelitas. Cuando los espías regresan, informan que la tierra es rica y fértil, pero también que sus habitantes son gigantes y están bien fortificados. Diez de los espías llegan a la conclusión de que sería imposible conquistar la tierra e instan a los israelitas a rendirse y regresar a Egipto. Sólo dos de los espías, Josué (originalmente llamado Hosea) de la tribu de Efraín y Caleb de la tribu de Judá, tienen fe en que Dios les ayudará a conquistar la tierra. Los israelitas rechazan el consejo de Josué y Caleb y siguen el de la mayoría. Así se rebelan contra el liderazgo de Moisés y Aarón, y manifiestan su falta de confianza en las promesas de Dios. Llegan incluso a pedir un nuevo líder que los lleve de vuelta a Egipto. Como consecuencia, Dios condena a los israelitas de 20 años en adelante, excepto Caleb y Josué a no entrar en la tierra prometida. Por eso Dios los hace vagar por el desierto durante 40 años hasta que murieron. De modo que sólo sus hijos heredarán la tierra prometida. Pero Dios no olvidó la fidelidad de Josué y Caleb. Ellos fueron los únicos de esa generación que sobrevivieron y entraron a la tierra. Esta historia ilustra la importancia de la obediencia a Dios y creer en que es fiel y poderoso para cumplir lo que ha prometido. La confianza en Dios debe manifestarse aun cuando esto nos lleve a asumir riesgos y enfrentarnos a desafíos que parecerían superar nuestras fuerzas o habilidades.
En Números 16, Coré, Datán y Abiram encabezaron una rebelión contra el liderazgo de Moisés y Aarón. Alegaron que estos se habían arrogado demasiada autoridad y que todos los israelitas son santos e iguales a los ojos de Dios. Moisés los reta a una prueba de liderazgo. Dios interviene haciendo que la tierra se abra y se trague a Coré y a sus seguidores. A pesar de esto al siguiente día el pueblo continuó murmurando contra Moisés y Aarón por lo que Dios envió una plaga que mató a otras 14.700 personas.
En el capítulo 20 vemos la muerte de Miriam y el incidente donde Moisés, molesto por las quejas continuas del pueblo golpeó con su vara una peña para que produjera agua, desobedeciendo la instrucción que Dios le había dado tanto a él como a Aarón de que hablaran a la peña. Por esta razón Dios los castigó no dejándolos entrar en la tierra prometida. El capítulo luego presenta la hostilidad de los edomitas que niegan a los israelitas el permiso para pasar por su territorio. Luego se narra la muerte de Aarón y la designación de su hijo Eleazar como su sustituto.
En otra ocasión el pueblo se quejó de sus penurias en el desierto. Como castigo, Dios les envió serpientes ardientes cuya mordida causaba la muerte. Sin embargo, cuando se arrepintieron y pidieron perdón. Dios ordenó a Moisés hacer una serpiente de bronce y colocarla sobre una asta. Cualquier persona que fuera mordida por una de las serpientes abrasadoras salvaría su vida mirando la serpiente de bronce (Números 21:4-9). Esta historia es ampliamente considerada como una prefiguración de la crucifixión de Jesucristo, que más tarde sería levantado en la cruz para salvar a todos los que creyeran en él (Ver: Juan 3:14-15).
Esta sección termina con el relato acerca de Balaam, el profeta que Balac rey de Moab buscó para que maldijera a los israelitas. La maldición que Balac quería Dios la cambió en bendición. Sin embargo, el pueblo se corrompió prostituyéndose con las mujeres moabitas que los incitaron a sacrificar a sus dioses.
Preparación de una nueva generación para entrar a la Tierra Prometida
La tercera y última sección del libro (capítulos 26-36) detalla los preparativos para que una nueva generación de israelitas entrara a la Tierra Prometida. Moisés hizo otro censo de los israelitas para determinar sus fuerzas y recursos, y Dios les da instrucciones y leyes adicionales sobre cómo vivir en la tierra de Canaán. En el capítulo 27 encontramos el caso de las hijas de Zelofehad, que murió teniendo cinco hijas, pero ningún heredero varón. Según las leyes relacionadas con la herencia esta sólo podía transmitirse a través de los varones. Moisés llevó este caso ante Dios, que estableció una nueva ley que permitió a las hijas heredar los bienes de su padre si no había herederos varones.
Antes de entrar a la tierra Dios señala a Josué como sucesor el de Moisés que dirigirá al pueblo en la conquista de la tierra. Los capítulos 28-30 presentan una serie de instrucciones acerca de las ofrendas y los votos. El capítulo 31 presenta la guerra ordenada por Dios contra los madianitas, pueblo que había inducido a los israelitas a pecar. En los últimos capítulos tenemos el caso de las tribus de las tribus de Rubén y Gad que pidieron quedarse en la región al oeste del Jordán. Moisés les concede su petición y estos se comprometen a primero luchar junto a las otras tribus en la conquista de la tierra del otro lado del Jordán.
En los capítulos finales tenemos un recuento llevado por Moisés de las distintas etapas del viaje de los israelitas desde su salida de Egipto hasta donde ahora se encontraban en los llanos de Moab. Luego se detallan los límites del territorio dado a Israel y Dios escoge a los encargados de repartir el territorio entre las tribus. Finalmente, Dios da instrucciones a Moisés acerca de las ciudades de los Levitas. La tribu de Leví no tendría un territorio como las demás tribus, sino que vivirían en 48 ciudades esparcidas a través de todo Israel. También se asignan ciudades de refugio donde cualquier persona que matara a otra sin intención podía albergarse hasta que se le celebrara juicio. El libro termina con unas nuevas regulaciones sobre el matrimonio de las herederas.